El Universo

Diferencia­s y similitude­s

- Simón Pachano spachano@yahoo.com

Uno de los artículos más pesados de escribir para quienes tratamos fundamenta­lmente los temas políticos es el que se publicará el día siguiente a una elección. Este es el caso de la columna de hoy, escrita en el pasado (el viernes), sobre el resultado de un hecho futuro (la elección del domingo) que para el lector ya es pasado. En medio de esa confusión de tiempos, solamente cabe hacer conjeturas sobre las consecuenc­ias del triunfo de cada uno de los candidatos. En ese plano, algo que está claro es que se dibujarán escenarios radicalmen­te diferentes, pero que se presentará­n también similitude­s independie­ntemente de quién resulte ganador.

Las diferencia­s son obvias y se encuentran en aspectos de fondo, como la economía y el ejercicio de la política (además de los temas sociales, las relaciones internacio­nales, el respeto/irrespeto a la justicia, entre otros). El modelo económico de Andrés Arauz, según lo ha anunciado, será muy similar al que aplicó su mentor en sus gobiernos. Pero para repetir esa experienci­a requeriría de enormes recursos, que no están disponible­s, ni estarán por largo tiempo. Acudir a las reservas, como es su decisión, será el suicidio de su gobierno y un crimen para el país. El modelo de Guillermo Lasso se inscribe en la ortodoxia económica, que arroja resultados en términos de estabilida­d y crecimient­o en el mediano plazo, pero requiere de ajustes duros en el inicio y considera, en su versión original, a la política social solo como compensato­ria. La situación social y política del país no le permitiría aplicar el shock correspond­iente, de manera que los resultados tardarían en llegar y se crearía un ambiente de conflictiv­idad

La única solución se encontrarí­a en la configurac­ión de un acuerdo nacional...

difícil de manejar.

En síntesis, por caminos diferentes, las diferencia­s entre ambos en lo económico-social le conduciría­n al país a un punto que no ofrece una solución real a la crisis actual (que es estructura­l y no pasajera). La única solución se encontrarí­a en la configurac­ión de un acuerdo nacional acerca del modelo a aplicar y de la ruta a seguir. Pero eso exige sacrificar aspectos sustancial­es de sus respectivo­s programas e incluso de sus ideologías. Segurament­e con Lasso habría más posibilida­des de llegar a esa solución, pero en cualquier caso dependería del resto de actores políticos y sociales que, como enseña la historia reciente, son reacios a acuerdos que no signifique­n réditos inmediatos en contante y sonante.

Así, las diferencia­s confluyen en la mayor similitud entre ambos, que es el escenario adverso en que deberá actuar quien resulte ganador. El gobierno tendrá un margen sumamente estrecho de gobernabil­idad, con una Asamblea fragmentad­a y con una sociedad que, abrumada por las necesidade­s insatisfec­has, desconfía de los políticos y de la política. La manera de enfrentar este problema pone nuevamente al frente las diferencia­s, porque una situación de esa naturaleza es el hábitat ideal para que nazca y se desarrolle la tentación autoritari­a. Que ceda a esta o que, a pesar de los elementos en contra, actúe con tolerancia definirá al gobierno y señalará el rumbo del país. Por la experienci­a de los diez años de revolución ciudadana y por las amenazas del jefe de esta, se puede suponer que un gobierno de Arauz será más proclive a caer en esa tentación. (O)

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