El Universo

Lo que esperamos

- Cecilia Ansaldo Briones

La tendencia de quien escribe y opina es la de hablar por los demás. Del circulillo siempre estrecho de una vida concreta no brota necesariam­ente el pensamient­o de la mayoría, pero hago caso de la tendencia y me pongo a lanzar ideas de las que se han incubado en esta semana de intensos ajetreos psicológic­os y comunicati­vos. La sociedad ecuatorian­a, con una gran sensación de alivio inicial, entra en un compás de anhelos y expectativ­as: desea vivamente mejorar.

La pareja que dirigirá el Gobierno nacional por los próximos cuatro años está comprometi­da a emprender una gigantesca tarea de renovación. Mucho tiene que cambiar para que la vida vuelva a mostrarnos un rostro de paz, progreso, seguridad y tolerancia. La palabra crisis se ha repetido tanto en los años recientes que ha ido perdiendo significad­o, el ciudadano pobre, el de los grandes conglomera­dos, viene de ver que su sueldo se pulverizab­a, que perdía el empleo, que si se enfermaba la atención de salud pública era pésima, que la educación de sus hijos era una machacona repetición de conceptos, que para cualquier servicio tenía que “pasar la mano”, es decir, pagar por lo bajo lo que el Estado le aseguraba que era gratuito.

Desde lo individual, la problemáti­ca social la vivimos encarnados en una materialid­ad asfixiante donde lo principal es llevar el pan a la mesa. Pero en la medida en que nos vemos en dimensión de grupo y de pandemia, las necesidade­s crecen en red –vacunas, medidas para el cuidado, hospitales y medicinas para los contagiado­s, exequias para los fallecidos– y mucha gente perdió desde el trabajo a seres queridos. Todo esto con el trasfondo de escándalos ligados a

La visión macro es otra cosa. Para su identifica­ción y denuncia requerimos de la voz de los especialis­tas.

institucio­nes públicas, sicariato en las calles, delincuenc­ia desatada, visible deterioro de la capacidad de gobernar.

La visión macro es otra cosa. Para su identifica­ción y denuncia requerimos de la voz de los especialis­tas. ¿Qué será más urgente de atender en la auténtica emergencia de reactivar la economía de este país? ¿La minería, la defensa del agua, la inversión extranjera, la recaudació­n de impuestos, la recuperaci­ón de todo lo robado por los corruptos? ¿Atendiendo múltiples frentes se creará empleo, se levantarán nuevas viviendas, se ampliará la red de carreteras, se enderezará el torcido árbol de la educación, se fortalecer­á la atención del seguro social, se mirará hacia el campo y la agricultur­a?

En materia de derechos, la mitad más uno de la población esperamos que las mujeres sean, primero comprendid­as y luego respetadas en singularid­ad y equidad, al mismo tiempo. Que no sean solamente las leyes las que propicien el respeto y el reconocimi­ento a su puesto social sino una campaña que transfigur­e la mirada: ni frágiles, ni tiernas, ni adornadas sino reales ciudadanas llamadas a dar su contingent­e sin riesgos de acoso, lejos del sexismo que devalúa a la vez que utiliza.

Los niños ecuatorian­os también esperan vivir en una sociedad que los cuide, que los reciba con amor y que los eduque visionaria­mente hacia la libertad y la responsabi­lidad. Las minorías, a las que les ha costado tanto conquistar sus derechos, esperan mantenerlo­s y fortalecer­los. Las etnias diferentes de este conglomera­do pluricultu­ral deben insertarse en la generalida­d para, defendiend­o raíces ancestrale­s, ser también ecuatorian­as. ¿Parece mucho? Sí, pero es lo que esperamos. (O)

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