¿Y la ruralidad?
El plan de Gobierno del presidente Lasso contempla en al menos el 60 % de su contenido la atención a la ruralidad, esto llena de optimismo al gran sector agropecuario que necesita recursos, intervención inmediata y voluntad política.
Precisamente desde el sector rural/agropecuario se concretó una movilización para que el Gobierno deje sin efecto las medidas de ajuste de precios de los combustibles heredados de su antecesor. Los arroceros amenazan con hostilizar al régimen que aún no cumple 60 días de gobierno. El costo del diésel es el detonante y pretende extenderse a otras actividades agrícolas. Si bien en la agricultura y ganadería la inestabilidad es recurrente, lo último que se pierde es la esperanza de producir, que el campo genere ganancias.
Esta primera crisis se debe a un conjunto de problemas estructurales de larga data. Los productos agropecuarios usualmente son los más afectados al momento de negociaciones comerciales por la regulación de precios oficiales que son parte de una vieja y destructiva política sin estrategia de salida, precios de insumos en variación continua y la comercialización injusta que afecta a nuestros agricultores.
Hoy el sector arrocero atraviesa una caída de precio y a su vez los productores de leche, bananeros y cañicultores hasta hace pocos días se pronunciaban inconformes por los mismos motivos. Esto refleja la necesidad de contar con una política pública que promueva la rápida intervención del Estado previo-durante la crisis y una dirección productiva-comercial para encaminar un sector
Si bien en la agricultura y ganadería la inestabilidad es recurrente, lo último que se pierde es la esperanza de producir...
agropecuario alicaído.
El Gobierno nacional tiene la urgencia de concretar el Plan de crédito agropecuario, que debe ir acompañado de soluciones profundas, como: creación de un fondo de estabilización de precios para productos sensibles de al menos 40 millones de dólares, censo agropecuario, plan de absorción de cosechas, dotación de infraestructura –silos, bodegas móviles de acopio de productos e insumos–, declarar ferias libres en ciudades principales los fines de semana para evitar la intermediación, apuntalar la dotación de riego a nivel nacional, impulso del cooperativismo (importación de insumos a un costo pagable por el pequeño productor), reordenamiento agropecuario con fines comerciales –más mundo en Ecuador y más Ecuador en el mundo–, activación de agenda de descarbonización (utilizando biocombustible de origen agrícola como desahogo a la producción de caña de azúcar y otros productos que poseen buenas tasas de reconversión a alcohol), un plan de conectividad que acerque la educación e información a la ruralidad, y un delegado sanitario que ayude a destrabar las barreras de entrada a nuevos mercados. Es importante que Ecuador siga las tendencias de consumo y apunte bien para que los esfuerzos comerciales se traduzcan en oportunidades productivas.
El diálogo es necesario en todo proceso gubernamental, pero la acción es inaplazable. Se debe plasmar un plan de rescate a la ruralidad; la pobreza extrema y el hambre deben combatirse frontalmente y sin compás de espera. (O)