Muestra ‘Una retrospectiva’ de la artista Olga Dueñas se abre hoy en tres salas del MAAC
En las casi tres décadas que vivió en Ecuador, considera que encontró “la fuerza del color”. Ahora reside en Florida.
Tres salas del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) despliegan hoy la muestra Una retrospectiva, con 70 cuadros que relatan la carrera artística de Olga Dueñas desde la década de 1940 hasta la actualidad, en la cual ha cultivado particularmente el abstraccionismo y el cinetismo.
“La retrospectiva en el MAAC (Malecón y Loja) marca mi camino hacia la pintura cinética que es la síntesis de todo lo que he sentido, visto y vivido: luz, color, formas, líneas y armonía”, indica Dueñas sobre esta exposición, que será inaugurada a las 19:00.
Hija de padre checoslovaco y madre húngara, Olga Valasek (su apellido paterno) nació en 1926 en Cleveland (Estados Unidos). En 1944 inició su formación en Nueva York en la escuela de arte dirigida por el maestro purista Amédée Ozenfant, donde coincidió con la pintora guayaquileña Araceli Gilbert. Esa amistad terminó por cambiarle la vida, ya que la ecuatoriana la invitó a conocer nuestro país, donde contrajo matrimonio con el guayaquileño Luis Dueñas Estrada (1917-2000), y desarrolló buena parte de su obra artística en ciudades como Quito, Guayaquil y Bahía de Caráquez.
En las casi tres décadas que vivió en el país, Dueñas considera que encontró “la fuerza del color”, por ejemplo, en los bordados y tejidos de los indígenas de Otavalo.
Residió también en Venezuela y Puerto Rico, en cuyos museos y galerías expuso arte moderno que produjo en las décadas de los años cincuenta y sesenta. Actualmente, vive en Florida, pero regresó a Guayaquil para el montaje e inauguración de la muestra.
Sobre su camino hacia el cinetismo, Dueñas escribió: “Después de leer un artículo en una revista científica sobre los efectos Moiré (sensación visual de distorsión ocasionado por la interacción de dos patrones de trama, situados uno encima del otro), decidí combinar mis composiciones abstractas geométricas con líneas paralelas en superficie separada. Esto reveló no solo movimiento, sino transformaciones inesperadas, líneas y perfiles que aparecían y desaparecían, contrastes súbitos, espacios que se volvían sólidos, colores que se intensificaban o apagaban”.
“Contratiempos de diferente índole interrumpieron mi trabajo en cinética y me ocupé con otras áreas de la pintura, también fascinantes, pero ninguna llegó a llenar los requisitos para el fin que yo perseguía. Volví a la cinética en 2015 y fue como el reencuentro con un viejo querido amigo”, explicó la artista sobre ese estilo que llegó a ser algo incomprendido.
“A mediados del siglo XX, los críticos de arte no podían decir si las pinturas cinéticas eran pinturas o no porque tenían movimiento y requerían más de una superficie”.
Mónica Espinel de Reich, curadora de la muestra, señala que lo más relevante de esta retrospectiva es el hilo conductor que hay detrás de ella. “Son siete décadas de trabajo de una artista que, a sus 95 años, lúcidamente, se ha permitido reflexionar sobre su transitar en el mundo de la abstracción”. La exhibición no es cronológica, agrega, más bien invita a una mirada transversal a las obras y los tiempos en que fueron realizadas, y busca diálogos entre ellas.
“El cinetismo es central para Dueñas y eso se evidencia en la muestra. Además, hay otras variables abstractas que recogen rasgos esenciales de sus investigaciones plásticas”, dice. (I)
Hay cuadros que son de su colección y de colecciones públicas y privadas.