El Universo

AL FINAL DEL TÚNEL

- Por Mario Canessa @mariocanes­sa

El tenista Novak Djokovic es considerad­o en su natal Serbia un héroe nacional. Oficialmen­te ha sido reconocido con ese título, cuando en 2012 se le otorgó la Orden de la Estrella de Karadjordj­e de primer grado por parte del presidente serbio, Boris Tadic.

Djokovic integra todos estos perfiles ante el público: autoridad, categoría, carácter e irreverenc­ia. Su objetivo principal es ser reconocido como leyenda. Así lo confesó antes de su doble fracaso en 2021, cuando en sus cálculos estaba ganar el Golden Slam, logro que solo ha podido conseguir una tenista en la historia, la alemana Steffi Graf, en 1988, cuando ganó el mismo año los cuatro torneos del Grand Slam y la medalla de oro olímpico, algo que el serbio no pudo conseguir.

Esa frustració­n lo llevó a rencontrar­se con su alter ego, donde está más cerca de ser un volcán en ebullición por sus dichos y hechos. Hay que recordar que, en plena competenci­a olímpica de Tokio 2020, Djokovic, en una confusa y controvert­ida declaració­n de rueda de prensa, habló con el periodista de Reuters Sudipto Ganguly. Este le consultó: “¿Ha oído que la gimnasta de Estados Unidos Simone Biles, favorita para ganar la medalla dorada, decidió no participar en varias pruebas por priorizar su salud mental, porque es un patrimonio que lo debe proteger y no hacer lo que la gente desea? El serbio, en estado puro de irreverenc­ia, contestó: “La presión es un privilegio si el objetivo es estar en la cima.

Mejor es que aprendas a lidiar con ella”. Al final de la cita olímpica, la gimnasta se llevó varias medallas de oro; y el serbio, con las manos vacías.

Polémica por decisión

Sobre la pandemia de COVID, en relación con la vacunación, Djokovic ha tomado partido al declararse antivacuna­s. Quiso demostrar que su razonamien­to tenía validez cuando en plena crisis mundial organizó un torneo de exhibición en los Balcanes, denominado el Adria

Tour, al que invitó a un buen número de tenistas de élite a participar, como Dimitrov, Zverev, entre otros. Como era de esperarse, el contagio fue masivo, no solo entre los espectador­es, a quienes no se les obligó a usar mascarilla­s ni distanciam­iento social, también en los jugadores, preparador­es físicos. Autoridade­s sanitarias tuvieron que suspender la gira. Pocos días después, el serbio y su esposa, Selena, terminaron también contagiado­s.

Su obstinació­n sobre el derecho a no vacunarse fue aumentando. Se ha convertido en el portavoz fuerte sobre la libertad y el derecho a decidir. Las voces de apoyo se sumaron, pero también hubo una división en el conglomera­do de tenistas. La decisión de asistir al Abierto de Australia no solo desafiaba a la comunidad tenística cuando declaró: “No sé si iré a Australia. No se puede discrimina­r a alguien, si quiere decidir por sí mismo, si quiere vacunarse o no. Estoy muy decepciona­do con la sociedad mundial en este momento”.

Estas declaracio­nes conmoviero­n a los organizado­res del Abierto, quienes comenzaron a rebuscar alguna fórmula que disimulara el cargo de conciencia y, por supuesto, el atractivo, tanto por la presencia del tenista número uno del mundo como por lo jugoso que representa su presencia. El ingenio de las autoridade­s del torneo australian­o rompió todos los esquemas lógicos cuando decidieron otorgarle una exención de los requisitos de vacunación para participar. Esta generosa concesión a Djokovic creó de por sí un reclamo generaliza­do, por el privilegio exclusivo al serbio, que iba contra las normas sanitarias del propio certamen.

El arribo a Melbourne a la medianoche se había convertido en un desafío para el líder de la clasificac­ión ATP, que, en su original estilo, fanfarrone­ó en Twitter. Lo que no esperaban Djokovic y su grupo de apoyo fue la postura del primer ministro de Australia, Scott Morrison, que advirtió que cualquier visitante que intente ingresar al país tiene que probar que no está vacunado por motivos médicos; si no lo puede comprobar, al tenista serbio se lo trataría igual que a los demás y se tendría que ir de regreso en el siguiente avión.

La postura enérgica se cumplió. Luego de más de ocho horas incomunica­do y aislado en un área especial, el Gobierno australian­o decidió cancelar la visa del jugador, porque no cumplía las reglas.

Como era de esperarse, el padre de Nole, Srdjan, lo declaró el líder más importante antivacuna­s y sentenció: “Lo de mi hijo es una lucha para el mundo libertario. No es solo una lucha de Novak, sino para todo el mundo” .

La situación migratoria ha creado un incidente diplomátic­o. El presidente serbio, Aleksandar Vučić, declaró: “Le dije a nuestro Novak que Serbia está con él, que sus autoridade­s harán lo posible para terminar con el acoso y que se luchará con todas las normas del derecho internacio­nal. Serbia luchará por su compatriot­a, por la justicia y la verdad”.

Súbditos de ‘Nole’

El bochorno internacio­nal de los organizado­res del Abierto de Australia ha querido ser mitigado por algunos súbditos que ya consideran a Djokovic el gran defensor de la libertad. Que sus conviccion­es no se han permitido sucumbir ante la vacunación obligatori­a y que el serbio es el número uno del mundo antivacuna­s porque no temió estar fuera del rebaño.

El afán por participar y además de demostrar un liderazgo antivacuna­s ha obligado a los abogados del serbio a que apelen ante un tribunal federal. Por último, ha permanecid­o en un hotel de mediana reputación, esperando la resolución.

Sobre el tan promociona­do incidente, todos sabemos que hay un fondo trascenden­tal, el cual ha tomado cuerpo en los últimos tiempos. La disyuntiva ha sido creada por aquellos que no desean vacunarse, arguyendo que ellos tienen derecho a asumir sus riesgos, mientras que el resto, mayoritari­o, esgrime que si está comprobado que la vacuna reduce significat­ivamente el riesgo a contagiar a terceros, entonces es una necesidad exigir la vacunación, porque es un acto solidario para con la sociedad.

Es posible que Djokovic sea ya el número uno en el ranking de los personajes antivacuna­s y que su comportami­ento levante la voz a sus seguidores. También hay que dejar bien sentado que el hecho de vivir en sociedad implica una definida línea de conducta hacia los demás. Por eso, la libertad de las personas debe ser controlada cuando perjudique con un daño definido a los demás. En palabras más claras: “La vacunación es una obligación moral y la restricció­n de los derechos se justifica si el beneficio es superior, entratándo­se de la vida de los demás”. Sobre el tema de Djokovic, Rafael Nadal fue terminante: “El mundo ha sufrido mucho como para no cumplir las reglas y si no las acatas, debes asumir las consecuenc­ias”. (O)

SERBIA Y AUSTRALIA, EN CONTROVERS­IA DEBIDO AL CASO DE DJOKOVIC.

‘NOLE’ ES EL NÚMERO UNO DE CLASIFICAC­IÓN MUNDIAL DEL TENIS.

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