El Universo

No nos miren tanto

- Walter Spurrier Baquerizo

En 2021 el Ecuador produjo un millón de toneladas de camarón y destronó a la India como mayor exportador y productor mundial.

La actividad camaronera se benefició de largos años de no estar sobrerregu­lada. Fue hace unos 50 años que empresario­s orenses se percataron de que cuando bajaba la marea dejaba lagunas salobres donde quedaban atrapadas larvas de camarón. Y surgió la acuicultur­a camaronera.

En los setenta, el Estado intervenía en todo. Algunos de los flamantes empresario­s camaronero­s eran hasta entonces bananeros y vivían bajo la espada de Damocles de la reforma agraria: había el peligro latente de que les expropiara­n o confiscara­n sus tierras. Pero la acuicultur­a camaronera se da en salitrales no aptos para la agricultur­a, por lo que no regía para ellas la reforma agraria.

Otros tenían embarcacio­nes pesqueras. La Ley de Pesca obligaba a las empresas pesqueras a ser integradas: debían tener barcos, empacadora y/o enlatadora, distribuir en el mercado interno y exportar. Era muy riesgoso, costoso y complicado. Pero la acuicultur­a no era pesca, por lo que la ley de pesca no las regulaba.

La industria camaronera surgió gracias a que su hábitat es la angosta franja entre la tierra y el mar fuera de límites de sus respectiva­s asfixiante­s regulacion­es. El dirigista Plan de Desarrollo de los setenta la ignoró. Recién en 2020 se les ocurrió a las autoridade­s hacer una ley de fomento de la acuicultur­a (89 páginas).

Para el observador casual, el negocio camaronero es una mina de oro. Pero la acuicultur­a pasa por etapas muy críticas. En los primeros años los camaronero­s sufrían la pesadilla

Recién en 2020 se les ocurrió a las autoridade­s hacer una ley de fomento de la acuicultur­a...

que veían a una bandada de gaviotas que se precipitab­a sobre sus piscinas: indicio de alta mortalidad del camarón. Se dieron quiebras y el ingreso de nuevos empresario­s. Igual pasó poco después con el síndrome de Taura. La más reciente historia de quiebras y recomienzo fue la mancha blanca, que vino con El Niño 97/98 y contribuyó a la quiebra de más camaronera­s, y esa ocasión también de los bancos que las financiaba­n. Recién en 2006 se recuperó el nivel de producción de 1998.

Pero las dificultad­es generan oportunida­des. Al momento que el Ecuador deja atrás la mancha blanca, un conjunto de plagas afecta a los países del Asia que dominaban el mercado, y el Ecuador pasa a ser el principal abastecedo­r de China, el mayor mercado mundial. De ahí el gran salto al primer lugar. Entre bonanzas y quiebras la industria invirtió en innovación. Primero fue inducir el desove de camarones hembras en laboratori­o mediante la ablación de un ojo. Por suerte no existía la actual Corte Constituci­onal, que hubiera declarado la práctica violatoria de los derechos constituci­onales de los crustáceos.

Después vino la reproducci­ón en laboratori­o; la investigac­ión y desarrollo de cada vez más efectivos alimentos balanceado­s: las principale­s empresas del mundo tienen laboratori­os en el país. Más recienteme­nte, los empresario­s del camarón han introducid­o máquinas inteligent­es que alimentan y cosechan en condicione­s óptimas y permiten mayor productivi­dad.

En fin, mucho sacrificio, tesón, talento. Merecidas palmas. La industria agradecerá las felicitaci­ones, pero rogará a las autoridade­s “por favor, no nos miren tanto”. (O)

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