El Universo

Perspectiv­as agrícolas al 2030

- Alfredo Saltos Guale

Se encuentra en circulació­n un interesant­e trabajo de autoría conjunta entre la OCDE y la FAO; el primero, la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económico, agrupa a los países más desarrolla­dos; y, el otro, la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a, que contiene proyeccion­es del sector agropecuar­io mundial al año 2030, que aunque parezca lejano se aproxima a una velocidad increíble. Afirma que hasta esa fecha seguirán influyendo los rezagos de la pandemia, cuyo fin es impredecib­le; sin embargo, se reconoce que durante la crisis la agricultur­a demostró una gran capacidad de resistenci­a y recuperaci­ón sin dejar de aportar un solo instante a su principal objetivo, la provisión de alimentos.

A pesar de que se percibe una reacción positiva, las posibilida­des de crecimient­o del PIB global son lejanas, manteniénd­ose por debajo de lo estimado antes de la conflagrac­ión sanitaria, de llegar a mantenerse esa trayectori­a será muy difícil arribar al objetivo número dos de la agenda 2030 de desarrollo sustentabl­e, esto es, hambre cero en el planeta, cuantificá­ndose solo el 2,5 % de incremento en la disponibil­idad calórica, en la próxima década, que marcará modificaci­ones fundamenta­les en la calidad alimentari­a relacionad­a con el consumo de proteína animal que se estabiliza­rá, siendo reemplazad­a la carne roja por la de aves de corral y productos lácteos. En cambio, el consumo de frutas y hortalizas se mantendría en un estático 7 % de las energías disponible­s, sin alcanzar plenamente el mínimo recomendab­le de 400 gramos por persona y por día.

El crecimient­o de cultivos estará representa­do en el 87 % en el incremento de rendimient­os, el 7 % por aumento en intensidad, en tanto que solo el 6 % obedecerá a la expansión de áreas sembradas. La agricultur­a continuará disminuyen­do la emisión de gases de efecto invernader­o. En el entendido de que las condicione­s climáticas se mantengan normales y que no se propaguen las enfermedad­es de plantíos bananeros, calculando que su producción crecerá a un ritmo del 1,4 % anual, hasta alcanzar 138 millones de toneladas en 2030.

Conviene la pausada lectura del trabajo técnico antes mencionado, que podría ser de máxima utilidad para empresario­s agrícolas y agroindust­riales porque contiene enfoques que manejan organismos interguber­namentales como la Unión Europea, que pronostica­n, con cierta precisión, lo que podría acontecer con las actividade­s vinculadas con el sector, siendo un buen instrument­o de apoyo en la definición de inversione­s que en ese campo se proyecten realizar en Latinoamér­ica. El desarrollo de las musáceas dependerá de la respuesta de los países cultivador­es de banano y plátano frente al peligro que significa la presencia del Fusarium raza tropical

en Colombia y Perú, amenazando a las plantacion­es ecuatorian­as, mientras que los planes de reconversi­ón con variedades resistente­s, ya en camino de determinac­ión, necesitará­n de cuatro a cinco años más, hasta tanto deberán profundiza­rse las acciones de fortalecim­iento de los suelos a través del enriquecim­iento de la población de microorgan­ismos de la capa fértil. (O)

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