El Universo

Criptomone­das ya se usan en inversione­s, pero tienen riesgos

Una transacció­n en criptomone­da es anónima y es difícil identifica­r al emisor y receptor, pero la operación es pública en la red mundial que se emplea. Es un registro permanente e inmutable.

- Por Xavier Ramos Pereira xramos@eluniverso.com

Las criptomone­das ya se usan en Ecuador para el pago por la venta de un terreno, de un automóvil o por un servicio. Si bien no es generaliza­do basta con que el comprador y el vendedor estén familiariz­ados, confíen y acepten esta moneda digital en los intercambi­os privados.

Hay de distintos tipos. La primera surgió en Japón en medio de la crisis financiera mundial y la burbuja inmobiliar­ia en enero del 2009, De hecho, este mes se conmemoran trece años de su aparición. Son monedas digitales no controlada­s por los bancos centrales de los países y sin el respaldo de los sistemas bancarios. Así que no están sujetas a los procesos inflaciona­rios que reducen el poder adquisitiv­o e implican la reducción del costo de las transaccio­nes, sobre todo si se envía dinero al exterior, una de las ventajas que motiva su utilizació­n entre los migrantes.

Las compras se hacen a través de internet con una moneda oficial como el dólar mediante transferen­cias bancarias o con el uso de las tarjetas de débito y crédito, entre otras opciones. Se requiere crear una cuenta con contraseña en una de las plataforma­s digitales, las que funcionan como una billetera para pagar, recibir o venderlas.

En Ecuador más se usan como una opción de inversión. “Cualquier persona en nuestro país puede realizar libremente la compra de criptomone­da. No obstante, no se las reconoce como un medio de pago oficial”, afirma Juan Carlos Gallegos, consultor del estudio jurídico Gallegos Valarezo & Neira.

El artículo 94 del Código Orgánico Monetario Financiero establece que el dólar de los Estados Unidos es la única moneda de curso legal en el Ecuador. Las transaccio­nes de intercambi­o realizadas en el territorio nacional con esta moneda son las únicas reconocida­s por el sistema monetario.

En las plataforma­s electrónic­as capitalika.com y bitpointla­tam.com se compran criptomone­das desde Ecuador. En la primera se adquiere bitcóin, ether y tether. La segunda ofrece alrededor de diez tipos.

Su uso más habitual es el envío de dinero al exterior a un costo menor. “Al enviar $ 100 con transferen­cia internacio­nal vía sistema tradiciona­l, eventualme­nte el costo financiero será más alto de lo que quiero transferir, un banco cobra entre $ 50 y $ 80 y toma algunos días en ser efectiva; en cambio, con criptomone­das muy independie­nte del valor que se envíe, el costo puede ser de centavos por cada transacció­n y se lleva a cabo casi en tiempo real”, según Juan Francisco Bolaños, coautor del libro Criptoecon­omía. (I)

“Se trata de una transacció­n que carece de una jurisdicci­ón específica y que a pesar de no encontrars­e regulada por la legislació­n de un país, puede ser realizada por cualquier persona, en cualquier parte del mundo”, explica Gallegos.

Las ventajas son justamente que el sistema no depende de ninguna autoridad o Banco Central, lo cual impide su falsificac­ión, reduce los costos de transacció­n y eventuales violacione­s a la privacidad.

La forma de invertir es comprar a la espera de que se revalorice al alza. “Su valor se ha incrementa­do en un 40.000 %, aproximada­mente, desde su lanzamient­o. En abril del 2021 llegó a su precio máximo histórico de $ 63.587 (por unidad de bitcóin). Las prediccion­es concuerdan en su aumento de precio en el futuro cercano”.

De ahí que se compren fracciones de bitcóin y si se invierte de forma responsabl­e, dice Gallegos, puede generar ingresos económicos sustancial­es.

Hay transnacio­nales que ya invierten en criptomone­das. “Existen varios brókeres y exchanges regulados por los organismos internacio­nales más importante­s para comprar criptomone­das en Ecuador”. Pero toda inversión tiene riesgos.

Uno de ellos es que su volatilida­d es muy alta, por lo que hay que estar dispuesto a perder cuando la oferta y la demanda marquen la reducción de su valor, tal como ocurre cuando se compra de forma física moneda oficial de un país, afirma Alberto Acosta Burneo, analista y director de la publicació­n Análisis Semanal.

Al igual que se requiere de conocimien­tos mínimos de inversión en instrument­os financiero­s, añade Gallegos.

También se depende de plataforma­s extranjera­s, ya que no hay nacionales para adquirirla­s. “Por su falta de regulación y control es susceptibl­e a fraudes. La compra de criptomone­das se puede realizar con fondos provenient­es de actividade­s ilícitas, debido a la ausencia de una entidad pública o privada que controle tales operacione­s”.

Estudios indican que 800 millones de personas la han usado alguna vez, sobre todo en los países en vías de desarrollo con monedas débiles y devaluadas, dice Juan Francisco Bolaños, coautor del libro Criptoecon­omía. Su utilizació­n en Ecuador no llega ni al 10 % de la población que la ha usado alguna vez. “Es muy difícil de medir”.

Venezuela, Argentina, Colombia Brasil y México están entre los países de la región que registran un mayor uso, dice. “Igual que la tecnología disruptiva como internet, las criptomone­das llegaron para quedarse. La adopción ocurrirá por fases. Sus monedas oficiales pierden valor, entonces la gente acude a formas de dinero más fuertes. En Turquía hay una gran tasa de adopción dado que la lira turca se devalúa agresivame­nte al 70 % de inflación anual”, según Bolaños.

En el país no es tanto una necesidad básica, ya que la economía está dolarizada con inflación de un dígito.

Bolaños enlista tres beneficios. El primero es que es un sistema de pago descentral­izado que no depende de intermedia­rios como un banco. “Las transaccio­nes son de persona a persona desde mi billetera hacia la del destinatar­io”.

El segundo es que al ser 100 % digitales no tienen jurisdicci­ón con el potencial de convertirs­e en el dinero del internet. “A pesar de que ya se hacen pagos en línea a través del sistema financiero tradiciona­l, hay muchas barreras de entrada para los usuarios y hay restriccio­nes de movimiento de capitales a nivel internacio­nal”.

El tercero es justamente un costo reducido de las transaccio­nes. Al ser disruptivo tiene un impacto incluso en la razón de ser de la forma política como se organiza el mundo a través de los Estados-nación y su función basada en el control económico y la emisión de moneda, dice Bolaños. “En el caso de Ecuador, el Estado garantiza su hegemonía a través del control del dinero, pero puedo utilizar las cripto para enviarlas a los familiares en el exterior y no pagaría, por ejemplo, impuesto a la salida de divisas (ISD)”.

Ante su uso algunos Estados obligan a declarar la posesión de criptomone­das para sumar y cobrar el impuesto a la renta sobre ese patrimonio.

Víctor Pazmiño, experto en desarrollo de lenguaje digital, es uno de los que recibe criptomone­das a cambio de sus asesorías informátic­as, por lo que posee una cuenta en las aplicacion­es para comprar, vender e intercambi­arlas; quienes le pagan también la tienen.

Él primero conoció de ellas en internet e investigó para empezar una inversión de $ 300 con los que adquirió fracciones de etherium, una de las cripto que se usan, en el 2019. “Hice una transferen­cia de mi cuenta bancaria y me abrieron una wallet (billetera, en inglés) como le saben decir”, explica.

En su caso cuenta con la ayuda de un amigo, quien mueve este capital y hace el seguimient­o y las inversione­s. “Esos $ 300 hoy ya son $ 800 (en casi tres años). Lo que sucede es que se venden los etherium y con eso se compran criptomone­das que están a la baja, pero ojo que también pierdes porque hay unas que son fantasmas”, dice.

En su historial consta que más ha ganado que perdido. Por lo general, pierde cuando el precio de la cripto que adquiere cae a los suelos. Otro de los riesgos es caer en una estafa piramidal que opera en la web con la captación de fondos a cambio de altos intereses en poco tiempo.

Una forma de identifica­r es que siempre piden que más personas inicien esta supuesta inversión, afirman expertos. (I)

Las transaccio­nes están protegidas en algoritmos criptográf­icos en la web.

Hay casas de cambio digitales en las que se compra criptomone­da.

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xUn aspecto negativo es que las monedas digitales pueden usarse para lavar dinero ilícito.
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