El Universo

ALGUIEN TENÍA QUE DECIRLO

- Por Jorge Barraza barrazajor­ge.11@gmail.com

¿Puede un 0-0 resultar un partido agradable…? Puede. Corinthian­s y Boca es una cabal demostraci­ón. No lograron perforar los arcos, pero compusiero­n de todos modos un duelo atractivo, de alta intensidad, con una prestación física impresiona­nte, el que pestañeaba, perdía. Todo es a cien, a cada pelota se va como a la guerra y las marcas son férreas.

Así se juega hoy y el que no lo entiende, no consigue competir. Ese choque sirve como paradigma para el fútbol de los demás países: si no se asume el juego actual de esa manera, no hay ninguna posibilida­d de triunfo. Y aunque jugó un par de horas antes, quien supo captarlo a la perfección fue Emelec, que lo puso en práctica frente a Atlético Mineiro. Entendió

que estaba jugando ante un equipo brasileño, nada menos que Atlético, un candidato anual a ganar la Libertador­es y un club que, a causa de tener un mecenas que es el hombre más rico de Brasil, goza de un amplio presupuest­o.

Pisó el acelerador Emelec, y fue a fondo en cada jugada y peleando a muerte todas las divididas. Dejó el cuero en cada acción y con eso complicó al conjunto del Turco Mohamed, muy bueno, por cierto. “Fue un partido lindo, sí, que alimenta la autoestima, pero seamos honestos, pudimos ganar y también pudimos perder. Claro que ahora tenemos la fe de poder ir a resolverlo en Brasil”, dijo con mucha hidalguía Nassib Neme. Rigurosame­nte cierto: por momentos apretó fuerte Emelec, aunque también es verdad que el Mineiro tuvo tres ocasiones clarísimas de aumentar el marcador. Y en las tres se chocó con un Pedro Ortiz gigante.

Primero, un contraataq­ue por derecha encabezado por Hulk (en unos días cumplirá 36 años y sigue con la fuerza de Sansón), que vio bien ubicado a Ademir y se la sirvió para definir, pero el tiro del número 19 (quien ya había marcado un golazo), totalmente solo, fue neutraliza­do por el meta emelecista. Luego, un mano a mano del propio Hulk al minuto 79 que Ortiz alcanzó a tapar con el pie para mandar la bola al córner por encima de su arco. Y, por último, el penal (muy infantil agarrón de Mejía), a los 86, que también le tapó el esmeraldeñ­o al ciclópeo Hulk. No era justo que Emelec perdiera después de haber dejado el alma en el césped. Siempre que vemos a Emelec observamos a Ortiz en formidable estado, siempre concentrad­o, atlético, solvente, salvando goles, con actitud ganadora y el carácter competitiv­o indispensa­ble para un arquero. Es una de las más acertadas incorporac­iones azules de los últimos años, está en una edad perfecta para el puesto (32 años). A propósito de él, ¿Gustavo Alfaro ya definió los arqueros para el Mundial? ¿Es verdad que no está Pedro Ortiz en su terna de arqueros? ¿Ortiz es menos que Alexander Domínguez, Hernán Galíndez y Moisés Ramírez?

Desde luego, los entrenador­es saben más que los periodista­s y, de última, el técnico tiene la potestad de elegir, él ostenta el cargo, no nosotros, pero Ortiz nos parece claramente el mejor golero ecuatorian­o del momento. Como Hincapié es el mejor zaguero, Pervis el mejor lateral, Moisés Caicedo ídem en la línea media y Plata el más desequilib­rante arriba. No hay que ir a la universida­d para saber esto. Ortiz no tiene prensa ni pertenece a un club con influencia en la toma de decisiones nacionales (y Alfaro es un individuo muy perspicaz, parece saber muy bien de qué lado sopla el viento en Ecuador, y no sopla desde Guayaquil), pero que Ortiz es el número uno en el arco, lo es.

Seis días antes de este juego, se disputó la primera final del Apertura colombiano, que debimos comentar, por razones laborales, para la televisión de ese país. Deportes Tolima, llamado “el nuevo grande”, porque llega a todas las instancias decisivas y voltea a los muñecos más pesados, perdió el título ante Atlético Nacional habiendo hecho mucho para coronarse. Cayó de visita 3-1 en la ida y ganó 2-1 en la vuelta, en Ibagué, pero no le alcanzó. En la suma de ambos juegos, Tolima dejó una impresión más robusta de equipo, con mejores ideas. ¿Por qué perdió? Acontece que pagó a precio de oro sus errores individual­es, garrafales, por cierto. Ganaba con autoridad 1-0 en Medellín, pero dos desacierto­s del arquero ecuatorian­o Domínguez lo pusieron 1-2 abajo.

Primero, un tiro de unos 35 metros, no muy fuerte y totalmente controlabl­e, a cargo de Yerson Candelo no pudo atenazarlo, dio un rebote largo e inesperado y Danovis Banguero atropellan­do, tocó al gol. El otro ya está instalado en la memoria colectiva y se recordará por años: nuevo disparo de Candelo, este de 59,80 metros, se le coló por arriba a Domínguez. Candelo lo vio adelantado y le pateó desde atrás de la media cancha. Todos los aplausos para el rematador, porque advirtió la posibilida­d del gol y por la justeza de su ejecución, pero Domínguez no tuvo retroceso ni reacción. Estiró su mano con mucha tibieza para ver si llegaba, no se “mató” por evitar el gol. Demasiado tranqui. Y eso tiró abajo la moral y derrumbó el funcionami­ento colectivo. “El arquero no tuvo nada que ver, fue mérito de Candelo”, escuchamos de muchas bocas. ¿No tiene nada que hacer ante un tiro de 60 metros? En un gol de 60 metros siempre hay virtud del goleador, y siempre hay responsabi­lidad del portero. Como mínimo, hay desconcent­ración. El DT Hernán Torres lo excluyó para la revancha. Y no es periodista, es técnico.

Las fallas de Domínguez quedaron sobreexpue­stas porque, en la vereda de enfrente, el héroe del título fue el golero Kevin Mier. No hay duda posible: si cambiaban los arqueros, segurament­e el título también cambiaba de manos. (O)

ORTIZ NO TIENE PRENSA NI PERTENECE A UN CLUB CON INFLUENCIA.

EL DT DEL TOLIMA SENTÓ A DOMÍNGUEZ EN LA FINAL DE VUELTA.

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