El Universo

Centro de Huellas Nativas DAL exalta la cultura Daule-Tejar

En el nuevo espacio, que está en el Parque Cultural Garza Roja, se exhiben 300 piezas arqueológi­cas.

- Por Gisella Quintana

Todo empezó con una vasija que su profesora de primaria Lily Pilataxi de Arenas (fundadora y directora de la Unidad Educativa Steiner Internacio­nal) le entregó al conocido radiodifus­or Ramón Sonnenholz­ner hace más de un año. Se trata de una pieza de la cultura Daule-Tejar que data de hace mil años.

Sin tener un lugar apropiado donde exhibirla, el también reconocido gestor cultural junto con la pareja de lutieres Schubert

Ganchozo y Ángela Zambrano concibiero­n el Centro de Huellas Nativas DAL. La idea se terminó de concretar cuando Sonnenholz­ner, director del parque cultural La Garza Roja, recibió la donación de 300 piezas de diferentes culturas de la Costa de parte de su amigo Ernesto (Chicho) Ossa, comerciant­e de arte.

“Él me pidió un favor, que las ponga en uno de nuestros museos (La Garza Roja cuenta con el Museo de las Muñecas, Museo y escuela de escultores PHI y Museo de la Imprenta) y que le ponga al sitio de exhibición el nombre de su hija. Porque su hija había fallecido de cáncer y él quería que su nombre quedara inmortaliz­ado de una forma poderosa”, explica el gestor y escritor.

Es por eso que el centro cuenta con la sigla DAL, que recoge la primera letra de los nombres de las mujeres a quienes además rinde tributo. La D es por Doménica Ossa; A se refiere a la maestra arqueóloga María Antonieta Funes; y, la L es en honor a Pilataxi.

“Al final no lo llamamos museo, sino Centro de Huellas Nativas, porque es un reconocimi­ento a las huellas arqueológi­cas, antropológ­icas y paleontoló­gicas de los costeños y de los primeros ciudadanos de la cuenca baja del Guayas”.

La importanci­a de la cultura Daule-Tejar para los guayaquile­ños es obvia, dice el maestro Ganchozo. “Porque está asentada en el territorio donde vivimos. Porque a nivel arqueológi­co ilustra, es antecesora de la cultura Milagro-Quevedo. (...) Es la raíz del sincretism­o que se formó entre los españoles y otras culturas que vinieron después. Pero queremos dar énfasis en que reconozcam­os las manos de los artesanos contemporá­neos que son la continuida­d de esas huellas”, aclara el lutier.

Otro aspecto que se destaca del nuevo centro cultural es su diseño, que fue propuesto por Ganchozo y Zambrano. El diseño parte de una investigac­ión de ambos sobre arquitectu­ra sonora, que viene de la época de Aristótele­s, cuenta Zambrano. “Antiguamen­te no se trabajaba con lo que nosotros conocemos ahora como el sistema métrico decimal, sino que a las notas musicales se les asignaba un valor”, explica la música. Dependiend­o del

Centro cultural se integra a otros museos en el Parque Cultural Garza Roja.

largo de un tubo, como de zampoña o de rondador, suena una nota en particular. Esto ha permitido armar un sistema de medida en el que las unidades están dadas por las dimensione­s de los tubos para cada nota en el pentagrama (do, re, mi, fa, sol, la, si). “Como lutieres, es como haber construido un instrument­o musical, y cuando ingresas al centro estás dentro de este instrument­o”, dice Ángela. Es una forma de “ver” la música en un espacio físico.

La forma recta del espacio, que encuentra su fin en un semicírcul­o, fue inspirada en los templos ceremonial­es de la cultura Manteño. (I)

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CORTESÍA kEl Centro de Huellas Nativas DAL surgió con la donación de esta vasija por parte de la maestra Lily Pilataxi.

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