ALGUIEN TENÍA QUE DECIRLO
Ya se fueron tres cuartos de Mundial. Una brisa del golfo se llevó 48 de los 64 partidos y hoy se inicia la recta final hacia el título con los octavos de final. La yema del huevo. La nota más alta de esta primera fase se la lleva el anfitrión. Un Mundial tiene cuatro patas: a) el país, b) la organización, c) el juego propiamente dicho, d) el público. Qatar país ha sido la revelación del campeonato. Todavía una nación en desarrollo, pero con altas posibilidades de ser un faro en cercano oriente por crecimiento, modernismo y posibilidades económicas. Deslumbró a los visitantes y cumplió como organizador.
Nos encontramos con Nassib Neme, presidente histórico del Emelec. Dice entre sorprendido y exultante: “Este Mundial ha sido un espectáculo en todo sentido. He estado en las copas de México, Italia, Estados Unidos,
Francia, Alemania y Brasil…! Pero esto es inimaginable…! No hay forma de encontrarle un pero a nada. Infraestructura, logística, alimentación, servicio al turista, seguridad, estadios, organización, belleza arquitectónica por doquier, me he quedado boca abierta, tienes buses, trenes, Uber, atención médica, hotelería y restaurantes para albergar a todos, y el fútbol así como la organización de los partidos raya casi en la excelencia”.
En consonancia con los clarines que sonaban en sus países, buena parte del periodismo europeo llegó con el cuchillo bajo el poncho, anidaba la esperanza de poder criticar. No ha podido. Se encontró con un país asombrosamente moderno, seguro y ordenado. El montaje del torneo es perfecto, ni una mancha, ni un atisbo de error. La grandeza aflora en cada detalle. Y no hay obreros con tarros de pintura dando las últimas pinceladas.
Un centro de prensa de 40.000 metros cuadrados y todas las posibilidades tecnológicas. “Los estadios son los mejores que se hayan visto en los mundiales, los mejor hechos, los más bonitos, Luisail es increíble”, dice Diego Torres, del diario El País, de Madrid.
No obstante, lo verdaderamente revolucionario fue la refrigeración de los recintos, que garantiza a jugadores un clima de 20 grados en el césped. Ojalá se repita en nuevos torneos.
“¿Lo mejor…? El país”, dice César Londoño, figura de la TV colombiana, presente en 11 mundiales. “Dentro de eso, la seguridad, que es total, y la libertad para caminar sin temores”, agrega. “Y en lo que atañe al campeonato, el poder ver dos partidos el mismo día por la cercanía de los estadios, que antes era imposible”.
¿Cómo será la visión de un cubano, no tan habituado al fútbol…? Jhonah Díaz González, de Prensa Latina, hace su debut en la Copa del Mundo. “Lo que más me gustó es que Qatar 2022 marca el fin de las enormes distancias entre chicos y grandes –opina–.
Todas las selecciones tienen las mismas capacidades. Todos tienen opción de ganar”. Y en otro sentido, agrega: “Me enamoré de Lusail, la ciudad isla creada para albergar el gran estadio de la final. Se respira modernidad allí”.
Andrea Guerrero, periodista colombiana de Win Sports –cuarto Mundial– habla de tres puntos: “Me impactó ver materializado el proyecto de país trazado hace tantos años con el Mundial como epicentro y el deseo de agradar al mundo después de tanto desprestigio. Hicieron todo. Segundo, las enormes proporciones de todas las cosas, calles, estacionamientos, todo es gigante y espacioso. Lo tercero es la angustia del extranjero o del mismo qatarí por querer demostrar que el país es bueno. Muchos extranjeros me dicen ‘por favor cuenta lo bien que te han tratado aquí”. También tiene un punto negativo: “El choque cultural es impactante en cuanto al rol de la mujer. He experimentado una sensación de vulnerabilidad como mujer, de cuáles son mis alcances, sobre todo porque venimos de occidente, de países donde la mujer tiene un papel muy importante, puede alzar la voz y sentirse respaldada y protegida. Eso aquí no lo he sentido”.
Adelantamos el ítem cuatro: el público. 2’369.516 espectadores en 48 encuentros, a una media de 49.364 por cotejo. Fantástico, pues se trata de uno de los estados más pequeños del mundo (140 en población) y no tan futbolero, significa que a esa cifra se llegó fundamentalmente con los hinchas foráneos. Y, en ese contexto, Argentina copó Qatar, por eso le llaman “la segunda anfitriona”. Nadie puede entrar sin el Hayya Card, tarjeta de identificación con la que cada visitante queda registrado y puede ser ubicado. Todo es pacífico porque, entre otras cosas, no es gratuito generar desmanes, la policía funciona…
Volvemos un casillero atrás, al punto tres: el juego. Es el Mundial de las sorpresas, de la intensidad, del vértigo, de los batacazos, donde los chicos perdieron el temor reverencial a los grandes. Ganan o pierden, pero archivaron el miedo. Arabia Saudita noqueó a Argentina, Japón tumbó a Alemania y España, Marruecos hundió a Bélgica, y hubo triunfos inesperados de Australia sobre Dinamarca, Túnez sobre Francia y Camerún ganándole a Brasil. Muchos. Siguen las malas noticias para los latinoamericanos: de seis que llegaron a Qatar, cuatro ya se volvieron en primera fase. Se ven lentos frente al resto. Pareciera como que estos se comunicaran por fax y los otros por WhatsApp. Solo queda en carrera Brasil y Argentina. A ver qué logran…
No obstante, ninguna decepción puede compararse a la de Alemania, por segunda vez consecutiva eliminada en fase de grupos. La cátedra fue durísima: “Vergüenza, se tocó fondo”, escribió el Bild.
¿Habrá llegado el fútbol a su límite físico…? Es difícil responderlo, pero nunca se vio el despliegue actual, los africanos, asiáticos y americanos del norte son aviones. Hay tres parámetros en los que se basa el juego de casi todos: intensidad, posesión y ataque.
Siempre tuvimos como referencia tope a Italia 90 en la organización y a Brasil 2014 por el fútbol. Este se acerca mucho a ambos. O los supera en los dos sentidos. (O)
ALEMANIA FUE POR SEGUNDA VEZ ELIMINADA EN LA FASE DE GRUPOS.
AMERICANOS DEL NORTE, AFRICANOS Y ASIÁTICOS CON GRAN DESPLIEGUE.