Persiste exposición de niños en calles, pese a planes de protección
El Ministerio de Inclusión Económica y Social indica que en la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón) atiende a 400 niños y adolescentes hallados en situación de mendicidad.
Lili, de 10 años, se acerca recelosa a uno de los conductores que esperan el cambio de luz de un semáforo de la intersección de las avenidas Isidro Ayora y de las Américas, en el norte de Guayaquil. Saluda con la mano y se arrima al vidrio para pedir dinero al ciudadano. El conductor baja el vidrio y ella se presenta. “Soy Lili”, menciona sonriente, con inocencia.
“¿Cuántos hermanos tienes?”, le pregunta el conductor. “Somos cuatro”, responde ella y agradece por las monedas que recibe de él. De ahí regresa al parterre de la avenida Isidro Ayora para reencontrarse con otros niños y adultos; posiblemente se trata de su familia.
Más de diez niños y adolescentes se congregan en esta intersección del norte de Guayaquil. Acompañan a mujeres que llegan de sectores como las cooperativas San Francisco, Sergio Toral y Monte Sinaí, todas del noroeste; o del Cerro Redondo, en el cantón Durán.
Ajenos al caliente sol, a la lluvia o al humo de los vehículos, los menores de edad se enfocan en acercarse a los conductores y obtener dinero “para
comer”, mencionan adultos acompañantes.
“El que no sale a la calle no come, porque, como quiera, acá pidiendo o limpiando vidrio algo se consigue, pero encerrados en casa, nada”, comenta una mujer.
En las calles, los menores de edad también pueden conseguir alguna donación de insumos. La tarde del lunes 20 de marzo, Liliana y otros niños y adolescentes corrieron hacia un vehículo al percatarse de que los ocupantes estaban repartiendo los fundas con víveres.
Y no solo se aglomeran los menores de edad, sino los adultos que venden agua embotellada, fundas de fruta o quienes limpian parabrisas.
Narcisa, residente de Durán, comenta que sus hijas están de vacaciones, que las cuatro la acompañan y que no las dejaría en casa por la inseguridad, ya que solas estarían expuestas a la delincuencia incluso bajo su techo. “¿Cómo yo puedo venir a trabajar acá y dejar a mis hijos botados? Tengo que traérmelos. Sé que aquí el peligro es alto por los carros, la Metrovía, pero igual hay que estar con cuidado”, comenta la mujer.
Asimismo, Juana, quien ofrece agua y bebidas energizantes en la avenida de las Américas, dice que no tiene con quién dejar a sus hijos en la cooperativa San Francisco, vía a Daule, en la periferia de Guayaquil, y por eso los trae para que la ayuden con la actividad que representa su sustento.
“Yo sé que este es un trabajo duro, pero es digno. Yo les he dicho a mis hijos que trabajen, no que pidan plata. Ellos saben eso y, por eso, me ayudan a mí”, sostiene Juana.
Julio César Goya, presidente de la organización Juventud en Acción Ecuador (JEA), indica que los menores de edad que están en las calles dedicados a pedir dinero a conductores, o a vender productos o limpiar parabrisas, son usualmente víctimas de acoso, o consumidores de drogas los incitan a que prueben algunas sustancias.
“Estar en la calle es un riesgo alto para que les ofrezcan sustancias sujetas a fiscalización. Hemos sido testigos de estos casos cuando los menores se alejan de sus padres o no están los padres ahí con ellos”, manifiesta el líder social.
El Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) mantiene el programa Erradicación Progresiva de la Mendicidad a nivel nacional, en el que están registrados 2.240 niñas, niños y adolescentes, personas adultas mayores y personas con capacidades especiales. En la Zona 8, que comprende Guayaquil, Durán y Samborondón, el MIES detectó 400 individuos considerados en el grupo de vulnerabilidad.
Adultos que exponen a niños en calles dicen que solo así podrían comer.
El MIES entrega kits de comida, de educación y de salud a grupo vulnerable.
La cartera de Estado subraya que a través de cinco unidades de atención pudo incluirlos en el programa de asistencia. En Guayaquil habría 320 personas en cuatro unidades de atención; en Durán, 80 en una.
El MIES sostiene que les entregan kits educativos, de salud o alimentación en apoyo de la restitución de sus derechos y de inserción económica y social. En época navideña, la cartera de Estado también refuerza la atención de este grupo vulnerable.