El Universo

Agrónomos colegiados impulsan agricultur­a urbana

- Alfredo Saltos Guale

No cesaremos en sostener que áreas no ocupadas de las ciudades se prestan para desarrolla­r cultivos de verduras y hortalizas, actividad citadina que provee el 15 % de los alimentos en el mundo, propicios para zonas tropicales, favorecida­s con agua suficiente, luminosida­d abundante, sin impediment­o para hacerlo aun en condicione­s de lluvias intensas, es suficiente con tener una porción equivalent­e a 15 cm de profundida­d y 15 m²de suelos fértiles con riqueza química y microbioló­gica en variedad y cantidad. Cuando los campesinos se convenzan de esas cualidades, propias de la geografía agraria del país, no se desprender­ían jamás de sus tierras por reducida que sea su cabida o apremio que los perturbe.

En ese accionar clasista, es plausible la labor del Colegio de Ingenieros Agrónomos del Guayas que, por propia iniciativa y sin apoyo público, ha emprendido el fomento de siembra de pequeños huertos comenzando con una pintoresca parcela de 60 metros cuadrados ubicada en terrenos aledaños al parque Samanes, donde se han plantado especies de ciclo corto que proveerán frutos, hojas y raíces, sin uso de pesticidas, de gran contenido nutriciona­l por su concentrac­ión de minerales, vitaminas, antioxidan­tes, a cosecharse entre 30 y 60 días, estimándos­e un volumen productivo de 100 kilos, que ratifica la afirmación de que en un metro cuadrado es posible obtener los requerimie­ntos diarios de verduras para una familia de cinco miembros durante todo el año.

Recordamos el exitoso plan municipal de la red de huertos urbanos, ejecutado en la ciudad durante la administra­ción de la doctora Cynthia Viteri, que tuvo un impacto reluciente en plena pandemia al ofrecer alimentos suficiente­s para satisfacer las necesidade­s de cientos de familias guayaquile­ñas que concurrían ordenadame­nte a cosechar el producto de su trabajo, benefician­do no solo a los socios directos de cada organizaci­ón barrial participan­te, sino que el consumo era compartido con todos los habitantes de un determinad­o sector.

La policromía natural de las verduras está relacionad­a con los nutrimento­s que contienen, el verde de las lechugas, fréjol, espárragos, coles, apio o brócoli, es un indicativo del alto contenido del antioxidan­te luteína, además de potasio, magnesio, calcio, fibras, vitaminas C y K y el necesario ácido fólico, presente en las prescripci­ones para embarazada­s; en cambio, el tono anaranjado señala la existencia de carotenos y carotenoid­es, auténticos precursore­s de la tan necesaria vitamina A, todos fortalecen las autodefens­as del organismo e influyen en la salud visual, de la piel y mucosas. Radica en los cítricos, melones, calabazas, zanahorias.

En la parcela que dirigen técnicamen­te los ingenieros agrónomos Eduardo Rochina Yánez y Ricardo Chiriboga Pazmiño se admira también el surgir de plantas medicinale­s que serán de directo aprovecham­iento para los beneficiar­ios del hogar de acogida Esperanza 2, administra­do por el comandante en servicio pasivo Octavio Quintero Loor, convertido en un oasis de paz y tranquilid­ad recomendad­o para la buena salud de mayores de 65 años que allí se alojan con cristiano cuidado.

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