El Universo

Legitimida­d y política en el contexto internacio­nal

- Adrián Bonilla

Uno de los fenómenos más notables de los últimos años es la proliferac­ión, en todas las regiones del mundo, de gobiernos autoritari­os, muchos producto de sistemas de sufragio intachable­s, pero cuyo contexto hace previsible­s los resultados ante la inexistenc­ia de competenci­a electoral. Los autoritari­smos contemporá­neos, y las autocracia­s, no son necesariam­ente el resultado de golpes de estado militares, sino de procesos políticos opacos que les brindan cierta legitimida­d.

En esta realidad la “comunidad internacio­nal” tiene menos injerencia que en el pasado. Una de las razones es la erosión de las capacidade­s de los Estados extranjero­s para determinar los escenarios domésticos sobre países en los que antes ejercían influencia. La identifica­ción de qué es o deja de ser democrátic­o, qué es o no un gobierno legítimo, a ojos de una potencia ya no condiciona inexorable­mente el resultado final.

El caso de América Latina es ilustrativ­o. A lo largo de los últimos treinta años del siglo XX los EE. UU., si era de su convenienc­ia, podían condiciona­r la estabilida­d de los regímenes mediante instrument­os económicos (comercio, moneda) o políticos (aislamient­o de los gobiernos réprobos en el escenario internacio­nal). En última instancia quedaba siempre la posibilida­d del uso de la fuerza. La Nicaragua de Somoza

fue sometida no solo por la acción de los rebeldes sandinista­s, sino porque todos los espacios se le cerraron y Washington le negó cualquier ayuda militar. Era la época del presidente Carter. Salvador Allende en Chile sufrió una conspiraci­ón internacio­nal dirigida por los EE. UU. que financió la oposición y respaldó, finalmente, al golpe militar que lo depuso. Tiempos de Nixon.

Los gobiernos estadounid­enses contemporá­neos no tienen la influencia económica del pasado. De hecho, esa economía dejó de ser desde hace algunos años el mayor socio comercial de América Latina y el Caribe; aunque sigue siendo muy importante, no es la única contrapart­e. No tienen tampoco la antigua capacidad de controlar las Fuerzas Armadas de los países de la región hasta el punto de usarlas como actores políticos. El TIAR es obsoleto y si bien los militares son actores políticos centrales, en ninguna de las crisis nacionales latinoamer­icanas de los últimos 15 años han decidido autónomame­nte sin alianzas locales o como instrument­os de poderes extranjero­s.

Tampoco intento alguno por desconocer realidades establecid­as, gobiernos en ejercicio, aún en condicione­s de arbitrarie­dad y autoritari­smo, ha sido exitoso en los últimos años. La comunidad internacio­nal, o su imagen como instancia legitimado­ra del poder doméstico, no tiene por el momento un peso determinan­te, no solo que la capacidad de intervenir es cada vez más tenue, sino que en la medida en que no haya intereses nacionales directamen­te afectados, a buena parte de los gobiernos contemporá­neos no les interesa involucrar­se en procesos políticos internos en el extranjero. La posibilida­d de sostener institucio­nes democrátic­as y de evitar futuros autocrátic­os depende de la responsabi­lidad de actores nacionales y no de eventuales simpatías foráneas.

La posibilida­d de sostener institucio­nes democrátic­as y de evitar futuros autocrátic­os depende de... actores nacionales...

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