MARÍA EUGENIA DONOSO

Aprincipios del 2000, su mundo eran las pasarelas, las cámaras y el maquillaje, con ella como protagonista. Vivía en Buenos Aires, Argentina, donde se preparaba para convertirse en una modelo profesional y lo estaba logrando, pero uno de los impedimentos era y sigue siendo un secreto a viva voz en el modelaje: la anorexia como ‘requisito’ para alcanzar el éxito. Pero este trastorno llegó a su vida mucho antes de eso. María Eugenia recuerda con claridad que a los 8 años audicionó para formar parte del coro de su escuela, la respuesta fue que cantaba maravilloso, sin embargo, su peso no era el adecuado y por eso no la aceptaron. A partir de ahí comenzó la obsesión con su imagen.

Cuando tenía 11 empezó a tomar pastillas adelgazantes y le pidió a su mamá que la llevara a centros estéticos para que le hicieran tratamientos reductores. Se graduó del colegio con el ‘peso ideal’, y aún así había algo que no la hacía sentir completa ni contenta con su cuerpo.

Sus llamativos rasgos faciales la llevaron a hacer castings para distintas marcas. Pero la respuesta en todos era recurrente, su físico no calzaba con las medidas solicitadas, estaba un poco pasada.

Las exigencias provocaron que ella recurriera a situaciones extremas que hoy ya están superadas. Con la bandera del empoderamiento femenino y la aceptación de una figura imperfecta, María Eugenia cuenta su historia de vida sin tapujos.