LA PENSIÓN DE BERLUSCONI?
Un crucero cada cinco semanas, un mes al año de vacaciones en el Caribe, viajes intercontinentales en avión privado, doce personas de servicio y 25 de seguridad son algunos de los lujos a los que Veronica Lario ha estado acostumbrada. Entre sus destinos están Galápagos, Polinesia, Fiyi, Nueva Zelanda, Camboya, Laos, Tailandia, Brasil, Siria, París, Praga, Nueva York, Londres, Suiza, Venecia y Roma. No es para menos: haber sido la esposa de Silvio Berlusconi (81), el hombre más poderoso de Italia, requiere de algunas ‘rutinas’ con las que el común de los mortales no logra ni siquiera soñar.
Tal vez por eso le resulta tan difícil renunciar a la mensualidad de $ 1,7 millones que el Tribunal le arrebató en noviembre pasado. Su ex dijo basta y un tribunal le dio la razón. Dispuesta a recuperarla, decidió apelar la semana pasada. Su abogado adujo que ella “abandonó su carrera en la interpretación para dedicarse a las tareas del hogar y a la educación de sus tres hijos, Barbara, Eleonora y Luigi”. Eso, dicen los letrados, permitió a su ex “continuar con sus labores empresariales y políticas, vendiendo la imagen de una familia feliz que tan a menudo explotó en campaña”.
Pero las cosas no son tan sencillas. El Tribunal de Apelación avaló que la exartista no requiere de ayuda económica, pues dispone de más de $ 19,5 millones de liquidez y un patrimonio de $ 370 millones, aproximadamente, que incluye joyas, sociedades e inmuebles. Todo para ella, pues los tres hijos de ambos ya son mayores de edad y pueden mantenerse solos.
La historia de Silvio Berlusconi y Veronica Lario parece el cuento de nunca acabar, al menos desde su rompimiento en 2009. Desde entonces, han vivido un tire y jala de peticiones y dádivas que no logran llegar a su fin en los tribunales. La reciente apelación sería, en principio, el fin de la historia. Veronica Lario y Silvio Berlusconi, en 1994, con el alcalde de Roma, Francesco Rutelli, en sus días felices.