Tengo que decirlo
María José Argenzio,
“Vivo un momento muy intenso, he denunciado a mis vecinos por maltrato animal. Compartimos un edificio de tres departamentos y hay mucha hostilidad. Sigo en la lucha porque soy una defensora de los animales”.
“El 19 de abril viajaré a Perú gracias a una invitación de Mauricio Aguirre, un coleccionista que debutará como galerista y representará a cinco artistas con el proyecto Nasal, en la feria de arte contemporáneo Art Lima, y en octubre estaremos en Chile”.
“Cuando salí del colegio sabía que no debía quedarme aquí y me fui a vivir en Londres, donde desarrollé mi carrera”.
“Al principio no necesitaba trabajar, aunque lo hacía, pero luego la situación económica de mi familia cambió y como siempre he estado consciente de la realidad, trabajé como camarera en la noche y de día estudiaba en la universidad Goldsmiths”.
“Un camarero debe saber todas las cartas del vino, la diferencia entre Merlot y Cabernet Sauvignon, hay que pasar cursos y exámenes conociendo todos los ingredientes que contiene un plato”.
“Mis producciones artísticas son de 20.000 dólares como base. Recuerdo que la accesibilidad que tuve acá me sirvió para montar en el MAAC y en el Museo Municipal”.
“Soy muy política y mis tres cuerpos de trabajo abarcan la arquitectura, el género y la división en clases sociales, que se ve mucho en Ecuador y en toda Latinoamérica”.
“Hay gente que piensa que toda niña de bien debe practicar ballet y esto es lo peor, porque debes tener una conciencia de tu cuerpo que debe ser totalmente plano”.
“En mi tesis con la que concluí la universidad puse una foto de mi perra en la que explicaba el término ‘cholo’ porque no tenía el ‘pedigree’”. “La clase social alta, la media y la ‘I wanna be rich’ construyen una realidad paralela en la vía a Samborondón, toda la arquitectura mira hacia el norte (Estados Unidos), no tiene que ver con Guayaquil, si la ves desde arriba, semeja a una isla donde sus habitantes buscan una genealogía de sangre azul para negar sus raíces indígenas”.
“Aquí no valoran el arte, vas a un centro comercial y no tienes cómo entrar, vas a un museo y está vacío”.
“Cuando hay voluntad las entidades avalan tu trabajo y gestionan tu proyecto, dinero siempre habrá”.
“En Ecuador no se colecciona, cuando piden una obra tuya no quieren pagar lo que sí ganaría un artista en el extranjero. Tengo muchas de mis obras guardadas en mi casa”.
“Soy coherente con lo que predico, es difícil trabajar en una entidad pública y manejarse de manera independiente en medio de conflictos de intereses”.
“Estoy harta de que no valoren al artista nacional en una bienal y le den todo al extranjero y que el ecuatoriano deba pelear por mil dólares y tenga que hacer todo con sus propios medios, pero nadie dice nada cuando nuestro rol es que la gente se exprese”.