Expresiones

ESTUVE PERDIDO HASTA QUE ENCONTRÉ MI CAMINO

Enrique Silva Gil

- SANTIAGO SAN MIGUEL P.

El fin de semana fue noticia por haber dirigido al coro sinfónico de La Bohème, la ópera de Puccini revivida en el teatro Cívico Eloy Alfaro, con gran éxito de crítica y de público, y no conforme con eso, Enrique Silva Gil viajará en pocos días a Nancy, una ciudad representa­tiva de la cultura francesa, organizado­ra del Festival Internacio­nal de Coros creado en 1979 con el nombre de Voix du monde. Este certamen invitó al coro María Callas, dirigido por Silva, para que represente a Ecuador. Otros catorce países de diferentes partes del mundo también fueron selecciona­dos tras aprobar una serie de requisitos para ser admitidos en el evento que se realiza cada dos años.

“Es la primera vez que un coro ecuatorian­o participa en este festival”, afirma el artista, quien está feliz con el viaje a Europa, pues coincide con los cinco años del coro que está bajo su dirección.

Silva, aprovechar­á la presentaci­ón para emprender una gira por varias ciudades francesas, incluyendo París, donde intervendr­á en la iglesia de Saint Germain l’Auxerrois. “Viajamos 35 personas y sin ayuda de la empresa privada ni del Gobierno. El repertorio incluirá canciones del folclor no solo ecuatorian­o como sanjuanito­s, pasillos y al- bazos, sino temas de Cuba, Colombia, Perú, Argentina, Brasil, Uruguay, es decir de Latinoamér­ica”.

Para este joven de 34 años, el ser hijo y nieto de artistas la vida no podía ser más generosa con él, pero necesitaba hallar su propio camino, aquel que le diera una identidad dentro del arte.

“Aprendí piano muy chico, pero hay tantas especialid­ades dentro de la música que cuando crecí no sabía qué hacer. Estudié jazz en la San Francisco de Quito, luego viajé a Barcelona-España a seguir mis estudios, entré en una crisis existencia­l, volví a Ecuador cuando falleció mi abuelo y luego no pude volver”.

Enrique cuenta entre risas que se le pasó por la cabeza ser odontólogo para ganar plata y hasta estaba planeando empezar de cero en Argentina, pero entonces su padre le concedió una beca que a él le habían otorgado por ser miembro de la Orquesta Sinfónica. “A regañadien­tes empecé en composició­n y al averiguar qué más había en el pénsum descubrí la dirección coral”.

Casualment­e, su abuela (Beatriz Parra) le propuso ganarse “un billetito para dirigir a cuatro chicos de su conservato­rio dos veces a la semana” y así le agarró el gusto hasta formar un ensamble musical que hoy es invitado a cantar en el Viejo Continente.

“Lo que está para darse se da y donde Dios te quiere poner ahí estarás. Encontré mi camino. En septiembre seguiré una maestría en el Westminste­r Choir College en Princeton, una de las mejores de Estados Unidos”.

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