EL ASESINATO DE LA FAMILIA BORDEN
Filme que es un verdadero thriller psicológico, aunque no sea el largometraje perfecto, pues le falta una mayor fuerza anímica. La producción es sombría, claustrofóbica, llena de una continua sensación de peligro. El guion reimagina lo que pudo suceder. A fin de ‘modernizarla’ incluyen un supuesto lesbianismo y una epilepsia que azota a Lizzie, lo cual hace que el libreto abarque demasiados ángulos y haga perder los subterfugios. Por ello, a momentos, el filme genera incomprensibilidad. Pero estas fallas no impiden, en lo absoluto, ver los aciertos de El asesinato de la familia Borden, empezando por la actuación de Chloè Savigny, que es toda frialdad, palpable fragilidad, aunque en el fondo sea una mujer de pasiones, elegante y obsesiva. Junto a ella está Kristen Stewart, quien brinda una labor intrigante, llena de inteligencia y maleabilidad actoral.
Uno de los puntales del filme en su fotografía, especialmente los detalles que impone: imágenes de las dos mujeres vistas casi siempre a través de ventanas o barandas, creando así la sensación de mujeres aprisionadas; escenas desenfocadas para que luego el espectador visualice a Bridget y Lizzie a través de espejos; secuencias en las que la iluminación está dada tan solo por velas y sobre todo… el momento del crimen, cuando Lizzie, para no manchar su ropa de sangre, se desnuda. El momento es crucial y nadie permanecerá indiferente a la toma.
La música es otro de sus aciertos y se la escucha mejor cuando Lizzie acude a la ópera. La cámara toma su imagen desde lo alto y hace un énfasis para fotografiar su busto. Allí en armonía total queda la música, para Lizzie ‘Hacha’ Borden (Chloë Savigny) fue la figura central de una causa célebre ocurrida en Estados Unidos. El misterioso crimen quedó sin que se supiese quién fue verdaderamente el asesino, dejando en el mundo de la criminología uno de sus capítulos más extraños. La enigmática joven fue la única sospechosa de los asesinatos de su padre, Andrew Borden (Jamey Sheridan), y su madrastra, Abby (Fiona Shaw), crimen perpetrado en el seno de su hogar el 4 de agosto de 1892. La cinta crea un vínculo lésbico entre Lizzie y su criada Bridget Sullivan (Kristen Stewart), algo no escrito en los análisis históricos del hecho. Andrew Borden recibió 11 hachazos en su cara y cráneo, mientras que su mujer tuvo 19, directos en la espalda. Sin embargo, Lizzie fue absuelta el 13 de agosto y se retiró a vivir en soledad con Emma, su hermana (Kim Dickens).
luego apagarla y dejar únicamente el silencio. El vestuario muestra su época, pero también sirve cual sinónimo de la rigidez moral de aquellos tiempos, mostrando a la vez las diferencias sociales. El director Craig Williams Macneill y su guionista han dejado volar su imaginación para
crear este argumento lleno de ideas propias y soluciones posibles. Por ello es importante que usted permanezca en la sala para leer, durante los créditos del filme, cómo terminaron las vidas de estas mujeres sobre cuya historia se han realizado telefilmes, series y hasta un ballet.