RESPETO Y EXALTACIÓN A LO FORÁNEO
En Estados Unidos, las políticas migratorias y su repercusión en la sociedad, como la xenofobia y las deportaciones, son un asunto latente y que mantiene en vilo a más de 11 millones de indocumentados. Pero en la gran fiesta del cine todo esto se difuminó. Lo extranjero se abrazó, se valoró y se premió.
La gala 91 de los premios Óscar reconoció cada trabajo de los artistas cinematográficos que fueron nominados, exaltando la idea de universalidad que posee el cine que se hace en Hollywood, que aunque suele tener una visión muy occidental (y estadounidense) tiene un gran impacto para el mundo entero.
El muro fronterizo que quiere levantar el Gobierno estadounidense con su vecino país, México, se desplomó metafóricamente al ser el territorio azteca el más premiado al llevarse los tres galardones más importantes: mejor fotografía, me- jor director y mejor película extranjera, dejando en alto el nivel artístico de Alfonso Cuarón y su obra Roma.
Pero también se apeló por la igualdad y la unidad. Black Panther, una cinta con un elenco mayoritariamente negro y que habla sobre lo que significa serlo, se convirtió casi en un movimiento por el poder que le otorga ser un blockbuster y una película de superhéroes. Su realización fue limpia, y aunque su historia estaba dentro de la gran terna de la noche, se llevó mejor vestuario, diseño de producción y banda sonora.
Sin embargo, la distinción a mejor película también recayó en una cinta sobre la negritud: Green book, que aborda el racismo y toca ciertos elementos de la homosexualidad, además de tener un gran contexto histórico para el país. Su nombre se debe a un manual conocido como El libro verde del conductor negro que circuló entre 1936 y 1967, y en el que se detallaba todos los establecimientos seguros para
los afrodescendientes en