ATRAPADOS EN LA TEMPESTAD
En el Guayaquil cincuentero, era fácil ver películas rusas. Ahora el Puerto solo mira las hollywoodenses. Por ello es grato recibir un largometraje de lo que fuese la Unión Soviética. Con una duración de 85 minutos, se llega a disfrutar de Atrapados en la tempestad.
El filme es también un muestrario de los jóvenes intérpretes, los que ahora forman el nuevo ciclo estelar de aquel país: Ingrid Olerinskay, Denis Kosyakov, Irina Antonenko, Indrey Nazinov y Mikhar Fillipov.
Tigran Sahakyan, su director y guionista, logra un thriller emocionante, pero deja ver la influencia que sobre él tienen los realizadores estadounidenses, lo cual no es un inconveniente para admirar la película que esta semana reseñamos.
En primer lugar situamos a la fotografía: colores azul turquesa que sirven para realzar el tono del teleférico, el vestuario de las muchachas y el resplandor de la nieve bajo el sol o la frialdad de las mismas en la noche y, por supuesto, la majestuosidad de sus picos. A ello se añade la banda sonora (BSO) y la música de fondo. Esta última es interpretada por un teclado sintetizador y un acompañamiento de música pop. El sonido es otro de sus logros, especialmente cuando el hielo comienza a resquebrajarse o el momento en que permanecen envueltos en la tempestad. El montaje o edición es casi perfecto.
Sin embargo tiene fallas. La cinta no escapa de los consabidos clichés, de esos que siempre afloran en películas de suspenso o terror.
Resalta la utilización de los celulares y con los cuales el director logra unir en profunda intimidad a intérpretes y cinéfilos debido a que el grupo actúa en esos momentos con la cámara en primer plano mientras hablan a sus aparatos. Ello permite que los espectadores vivan los hechos que están sucediendo, tanto en los buenos instantes como en las desesperanzas. Sirve también para conectarse con los jóvenes de la Rusia actual, conocerlos, saber de sus comportamientos, de sus costumbres, aunque todo esto en el filme se muestre en forma alegórica: valerse por sí mismo en los momentos difíciles.
Las actuaciones van parejas. Sobresale el actor que representa al muchacho que no se unió al grupo por desavenencias con su novia. Además, plato fuerte de este largometraje es el ambiente llamativo en que se filmó. Pero, sobre todo, es una cinta que se ve sin esfuerzo alguno.
Los Urales marcan la frontera natural entre Europa y Asia. La edad de esta cordillera fluctúa entre los 250 y 300 millones de años. Es, por lo tanto, una de las más antiguas de nuestro planeta y pocas veces utilizadas por el cine.