NETFLIX: POCO ORTODOXA,
UNA SERIE DE OPRESIÓN Y LIBERTAD
La diafanidad expuesta en las primeras escenas de Poco ortodoxa ( Unorthodox), la presentación de Esty, las familias, las costumbres, no reflejan lo que posteriormente mostrará esta nueva miniserie de Netflix, donde cuatro episodios narran la historia.
Su directora (María Schrader) recurre a flashbacks que bien podrían traducirse como recuerdos, pues todos y cada uno de ellos van orientando al espectador a través de las causas que motivaron la reacción de la joven.
El guion (basado en la autobiografía de la escritora Deborah Feldman) no solo expone diálogos, sino que profundiza la psicología de los personajes: Esty es una muchacha buscando su espacio en el mundo. Yanky es un buen sujeto pero dominado por su madre, incapaz de tomar decisiones. Moishe es un truhán disoluto. La abuela y la tía son mujeres esclavas de la tradición y, a momento, crueles.
Delineados los personajes y la trama, sobresale - descomunalmente- el vestuario: los varones, en pleno siglo XXI, llevan sacos del siglo XIX (esa es la costumbre actual).
Los sombreros van de ala ancha hasta los enormes ‘shtreimels’ fabricados con piel de visón (en el telefilme no lo son), los cabellos son largos, con espesas barbas y bigotes, amén de sus formas de bucles que caen para seguir enmarcando el rostro, lo cual es una tradición.
La Torá dice: “No cortarás el pelo de los costados de tu cabeza”; y el Talmud explica el término ‘costado’”: “Se refiere al cabello que crece entre las orejas y la sien” porque, afirma Wikipedia, “eso los diferencia de los idólatras”.
Se hace necesario explicar estos detalles para disfrutar más de una miniserie que se convierte en enseñanza, ya que pocas veces Ecuador ve películas judías, en su idioma yidis y subtitulada en español. Exceptuando quizá Elviolinistaen eltejado (1971) o Yentl (1983), sin olvidar los festivales.
La secuencia de la boda es la mejor de todas: el televidente se convierte en espectador de la misma, hasta acaparar su total absorción: la purificación, los preámbulos de la ceremonia, el comportamiento de hombres y mujeres en una sociedad que los separa, los cánticos, los bailes, la ruptura del vaso o copa de cristal, los rituales, la fiesta quedan expuestos a saciedad. También figuran los almuerzos familiares, la llegada del sabbat, mostrada con pureza fílmica.
Pero todo esto, que a momentos suena idílico, se transforma con la llegada a Berlín; entonces la gran ciudad muestra la vida tal cual es, donde la juventud y fusión de razas mantienen el vibrar de la existencia, donde aún se habla de la persecución a los judíos y el Holocausto, comentado entre bromas y verdades.
Así Pocoortodoxa va cubriendo campos y señalando que el modo de tratar a los demás debe ser considerado, que se debe hacer caso al clamor del corazón, la sinceridad y los sacrificios que deben gestarse para dar calidad al amor.
Las actuaciones enarbolan una sencillez meritoria, especialmente la de Shira Haas con su rostro moldeable y la expresividad de sus ojos. No es bella, pero el televidente la verá en otra forma. Rahav, como Yanki, es brillante: tímido, impaciente, sorprendido y desprendido en el momento del reencuentro.
El grupo de músicos, bien: muestrario de razas, temperamentos, virtudes, sueños y defectos.