RAZONES TERAPÉUTICAS

Más allá de los fines funcionales a los alumnos les interesa recrearse en el taller.

“El torno es súper terapéutico. La mayoría de las personas aprenden a poner a prueba su paciencia mientras tienen las manos en la masa; pues ahí tienen que estar concentrados y relajados para dar con las formas”, expresó Estefanía invitando a sumarse a esta práctica.

Además, sostuvo que es fácil de aprender, hay que hacerlo con calma y creatividad. “Es un proceso lento, donde cada pieza tiene su tiempo de creación, hay que respetar los pasos para que quede bien”, dijo.

“Solo en el momento en que el objeto pasa al horno nos encargamos nosotras, de ahí el resto lo hacen ellos”, sostuvo.

Con el pasar de los días aprenden a observar los detalles, a ver que en cada paso las cosas pueden fallar, y la idea no es frustrarse.

Una enseñanza que resulta ideal para el día a día.

Sin duda, además de arte es una terapia que desacelera, desestresa, y permite conectarse con uno mismo y la naturaleza.