LA MÚSICA BÉLICA, UN GÉNERO EN AUGE
Se acerca la fecha en la que en Chile se desarrollará el Festival Viña del Mar (del 25 de febrero al 1 de marzo), y uno de los artistas destacados es el mexicano Peso Pluma (camiseta verde). Su popularidad es inmensa. Sin embargo, su participación levantó la polémica por considerarse que promueve la cultura del narcotráfico, según el Partido Republicano de Chile.
El éxito de Doble P es evidente (tiene más de 30 millones de oyentes mensuales). Y uno de sus logros más importantes es que en menos de un año superó a Bad Bunny como el más escuchado de Spotify, con un ritmo bastante nuevo: los corridos tumbados o narcocorridos, subgénero del regional mexicano que tiene también como exponentes a Natanael Cano (camiseta blanca) o Junior H.
Este se caracteriza por fusionar los sonidos tradicionales con acordeones y requintos, pero con una estética más urbana y cercana a las estrellas del reguetón que a la vestimenta del norte de México. En cuanto a las letras, estas frecuentemente hacen referencia a la mafia y crímenes específicos, los lujos excesivos, balaceras e historias de pobreza a riqueza.
El dembow bélico, primo hermano del reguetón, también sigue la tendencia. Y aunque ya es un fenómeno pop, con canciones que también hablan de rupturas (como el más reciente single de Belinda, Cactus), tiene una razón social importante detrás. Para el productor musical mexicano Osiris Vázquez, este movimiento es una respuesta social a lo que ocurre al norte de su país. “Todo movimiento artístico o musical es un reflejo de un momento sociocultural. Los artistas, los compositores, son una especie de antropólogos. Las canciones pueden hacernos entender cómo fue el contexto social de cierta época”.
El periodista musical dominicano Richard Villegas señala que el género se ha actualizado. “La razón por la que está tan pegado es porque ha existido una evolución de los códigos para un género que ha sido muy tradicionalista. Dejó de ser la música de los abuelos y está retratando diferentes aspectos sociales muy influenciados también por el rap y trap. Los jóvenes artistas hablan de sus éxitos, dinero y algunos meten el pie en el lenguaje del narcocorrido”.
Para ambos expertos, la libertad de expresión debe mantenerse y no comparten la censura. “Recae sobre cada curador de radio, de playlist y del consumidor decidir si eso es lo que quiere apoyar. De todas formas, todos tenemos el poder del clic”, afirma Richard. Mientras que Osiris, quien ha visto crecer al género, sostiene: “Yo no puedo decir si está bien o mal, pero sí puedo decir que es una realidad en México que no se puede ignorar. Si esto sucede musicalmente es porque es la realidad de un sector del país en el que está muy normalizado y viven con eso todos los días”.
En el caso de Rulay, que en cuanto a ritmo es un dembow bélico, hay cierta diferencia con los artistas antes mencionados, puesto que este tema exalta claramente a una agrupación delictiva.