REIVINDICAR LA DANZA ÁRABE
En abril del año pasado, las bailarinas montaron Mozart en Egipto, la primera obra de danza árabe de gran envergadura en presentarse en el país. Esta contó con la colaboración de sesenta bailarines y se estrenó en la capital y en Cuenca. Sin embargo, culminar el montaje no fue un proceso sencillo pues para conseguir los auspicios debieron laborar por meses y romper los prejuicios que existen alrededor de la danza árabe, como explica Guevara. “En el país, siempre se han visto como danzas de entretenimiento, relegadas a presentarse en restaurantes o en bodas. La gente no concibe que con las danzas árabes se puede recrear una narrativa como la de un ballet clásico, con un altísimo nivel técnico y donde se encuentra una historia visualmente muy atractiva”, reflexiona. La obra fue un éxito, y tras ella pudieron ver cambios en la evolución de este arte. “No fue nada fácil. Nos tocó una pelea cuesta arriba pero, gracias a la acogida que tuvo Mozart en Egipto, no solo se puede ver un cambio en cómo el público percibe la danza árabe, sino que hemos podido ver cómo otros bailarines se están animando a montar obras completas y extensas y no quedarse solo en pequeñas interpretaciones”, agrega Levy. Señalan que este nuevo montaje ha sido un reto porque las ha obligado a subir la vara de su primera puesta en escena y las ha obligado a salir de su zona de confort. “Una presentación extensa tiene sus dificultades físicas, sin duda. Pero en este caso también explorar este tema del haram fue complicado porque, al contrario de lo que entendería el público por el tema de ‘lo prohibido’, no nos centramos en lo sencillo, en darle el poder de la belleza y la sensualidad a lo simple y lo que nos ofrece lo sensorial”, agrega.