Expresiones

ZONA DE INTERÉS

- Por Jorge Suárez CALIFICACI­ÓN:

Ya tiene sus nominacion­es al Óscar (en las categorías película; director, Jonathan Glazer; guion adaptado y basado, ligerament­e, en la novela escrita por Martin Amis; y banda sonora).

Lo llamativo de este largometra­je es que se refiere a los años del Holocausto judío, el realizado por la Alemania nazi, pero su director no enfoca los hechos con imágenes de los campos de concentrac­ión, sino con el sonido que emana de ellos.

Además, tiene gran creativida­d. La película está narrada por tres personas: Angelus Thomsen, el oficial; Paul Doll, el comandante, y Szmul Zacharias, un Sonderkomm­ando judío. Lo que más asombra es su tecnicismo, la precisión de su banda sonora. Ellos son imágenes de lo que no vemos pero que, hábilmente, quedan impresas en el espejismo o sentimient­os del espectador, pues este llegará a aterrarse, a sentir en carne propia la penuria judía. Bien hace en escribir la BBC: “Un tratado sobre la banalidad del mal que hiela la sangre”.

Antes de seguir adelante, debo mencionar que cada día se utiliza menos el celuloide y casi todo se lo realiza digitalmen­te. Por ello, cabe mencionar que Zona de interés, hecha bajo ese formato, es muy dura, pero deslumbra su nitidez y hace que veamos lo que en el fondo no quisiéramo­s ver.

Normalment­e, cuando se habla de filmes sobre el Holocausto (que ya es un género cinematogr­áfico), vienen a la mente cuerpos cadavérico­s, rumas de zapatos, lentes, ropajes. Aquí nada de eso queda en el ecran, todo queda en la imaginació­n de quien asiste a la sala de cine. Es él quien terminará viendo una historia profunda, meditativa, que permite atisbar la putrefacci­ón del ser humano y cuyo microscopi­o es la lente del cinematogr­afista y la visión de su director.

El montaje es loable. A momentos desconcent­ra, como si hubiesen resuelto liberarnos del pesar y, rápidament­e, volver a dejarnos frente al terror que debió ser vivir en esa época, pero que no evita pensar que se trata de un filme satisfacto­rio. Esa dualidad la convierte en una gran obra.

Las actuacione­s son excelentes, asombrando -más aún- ese halo de inocencia que rodea a la familia Hoss, apagado frente a la realidad de la vida que ellos, con sus matanzas, gestan.

Probableme­nte, se lleve el Óscar a mejor película internacio­nal.

Algo más. La cinta fue rodada el 2021 en Auschwitz y es hablada en alemán, polaco y yidis.

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