Expresiones

ACTO DE CLASE

- Y algo más... Por Jorge Suarez CALIFICACI­ÓN:

Solo por hoy no incluiré sinopsis de esta serie francesa que programa Netflix, que deberían admirar. Y lo hago porque al leer el artículo, ustedes irán conociendo la trama, hechos y sus personajes, ya que se trata de una historia verdadera. Además, así evito redundanci­as. ¿De acuerdo?

Ahora bien… ¿Quiere usted conocer a un sujeto que ambicionó ser cantante, no le fue bien, pero ingresó al mundo comercial, fue animador de televisión, llegó a ser ministro urbano, alto ejecutivo de la firma alemana Adidas, presidente del Club de Fútbol Olympique, de Marsella (1986-1994), haciéndolo ganar la Copa Europea, que en su camino fue sembrando fanatismos y odios, admiración y desprecio, que amó; pero también fue inescrupul­oso, manipulado­r, hábil político y un ser humano al que nada lo detuvo?

Si la respuesta es afirmativa, ¡véala! Si es ‘no’, pues… cambie, por favor, de serie. Ahora, acerquémon­os a Bernard Tapie, conozcamos sus avatares y quiénes actúan en el drama.

Empiezo diciendo que el conjunto actoral es magnífico. La naturalida­d que imponen a sus actuacione­s genera la impresión que contrataro­n a los personajes de la vida real para que se interpreta­sen a sí mismos.

Por supuesto que descuella Lauren Lafitte, caracteriz­ando a Bernard Tapie. Este actor y comediante, uno de los más famosos de Francia, es parte de la Comédie-française, fundada en 1680 y pilar del teatro galo.

Joséphine Japy, que a mi parecer es toda una belleza, interpreta a Dominique, la segunda mujer de Tapie. Su aplomo la eleva, pues muestra al amor y sus crisis, a la mujer que es verdadera compañera de su futuro esposo, la que sabe ensalzarlo y ver la realidad. Muestra con sus ojos y mínimos gestos la ilusión y el desencanto de la fémina que puede ver con claridad sus estados sentimenta­les: amor, pasión y fastidios. Su hermosura muestra casi siempre serenidad e inteligenc­ia, pero… también es fuego.

Tanto ella como Lafitte hacen de sus diálogos un libro abierto de turbacione­s y cuando muestran el amor que los consume. Arde la pantalla. Sin embargo, ella mantiene su aureola de mujer sincera, cauta, pareja perfecta del individuo que triunfa, a su manera, en la vida.

Lafitte lleva el peso de la miniserie (siete episodios) y tiene la capacidad histriónic­a suficiente para exponer los estados anímicos del personaje: es buen hijo, pero grosero, especialme­nte con su padre (otra gran actuación de Patrick d’assumçao), ama a su madre y la respeta, pero cuando debe luchar por sus ambiciones es inescrupul­oso, manipulado­r y en la política hace recordar a muchos líderes mundiales.

El libreto (de Olivier Demangel) es brillante. Todo fluye con total naturalida­d y los mismos cubren afanes y trampas deportivas, enfrentami­entos con alcaldes y fiscales y ese fiscal (lamentable­mente, no encontré su nombre en el reparto) incorrupti­ble, franco, certero, sagaz, valiente, enfrentand­o al posible amañador de un partido de fútbol… ese es el mejor momento de la serie.

En resumen: Acto de clase es un análisis de un ser humano que cubrió todas sus ambiciones y cuyo final dejo inédito para que usted la vea con satisfacci­ón.

Algo más. Vea los créditos al finalizar la serie. Allí exponen las imágenes del verdadero Bernard Tapie, un obrero implacable­mente ambicioso que se convirtió en una de las figuras públicas más controvert­idas de Francia.

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