ACTO DE CLASE
Solo por hoy no incluiré sinopsis de esta serie francesa que programa Netflix, que deberían admirar. Y lo hago porque al leer el artículo, ustedes irán conociendo la trama, hechos y sus personajes, ya que se trata de una historia verdadera. Además, así evito redundancias. ¿De acuerdo?
Ahora bien… ¿Quiere usted conocer a un sujeto que ambicionó ser cantante, no le fue bien, pero ingresó al mundo comercial, fue animador de televisión, llegó a ser ministro urbano, alto ejecutivo de la firma alemana Adidas, presidente del Club de Fútbol Olympique, de Marsella (1986-1994), haciéndolo ganar la Copa Europea, que en su camino fue sembrando fanatismos y odios, admiración y desprecio, que amó; pero también fue inescrupuloso, manipulador, hábil político y un ser humano al que nada lo detuvo?
Si la respuesta es afirmativa, ¡véala! Si es ‘no’, pues… cambie, por favor, de serie. Ahora, acerquémonos a Bernard Tapie, conozcamos sus avatares y quiénes actúan en el drama.
Empiezo diciendo que el conjunto actoral es magnífico. La naturalidad que imponen a sus actuaciones genera la impresión que contrataron a los personajes de la vida real para que se interpretasen a sí mismos.
Por supuesto que descuella Lauren Lafitte, caracterizando a Bernard Tapie. Este actor y comediante, uno de los más famosos de Francia, es parte de la Comédie-française, fundada en 1680 y pilar del teatro galo.
Joséphine Japy, que a mi parecer es toda una belleza, interpreta a Dominique, la segunda mujer de Tapie. Su aplomo la eleva, pues muestra al amor y sus crisis, a la mujer que es verdadera compañera de su futuro esposo, la que sabe ensalzarlo y ver la realidad. Muestra con sus ojos y mínimos gestos la ilusión y el desencanto de la fémina que puede ver con claridad sus estados sentimentales: amor, pasión y fastidios. Su hermosura muestra casi siempre serenidad e inteligencia, pero… también es fuego.
Tanto ella como Lafitte hacen de sus diálogos un libro abierto de turbaciones y cuando muestran el amor que los consume. Arde la pantalla. Sin embargo, ella mantiene su aureola de mujer sincera, cauta, pareja perfecta del individuo que triunfa, a su manera, en la vida.
Lafitte lleva el peso de la miniserie (siete episodios) y tiene la capacidad histriónica suficiente para exponer los estados anímicos del personaje: es buen hijo, pero grosero, especialmente con su padre (otra gran actuación de Patrick d’assumçao), ama a su madre y la respeta, pero cuando debe luchar por sus ambiciones es inescrupuloso, manipulador y en la política hace recordar a muchos líderes mundiales.
El libreto (de Olivier Demangel) es brillante. Todo fluye con total naturalidad y los mismos cubren afanes y trampas deportivas, enfrentamientos con alcaldes y fiscales y ese fiscal (lamentablemente, no encontré su nombre en el reparto) incorruptible, franco, certero, sagaz, valiente, enfrentando al posible amañador de un partido de fútbol… ese es el mejor momento de la serie.
En resumen: Acto de clase es un análisis de un ser humano que cubrió todas sus ambiciones y cuyo final dejo inédito para que usted la vea con satisfacción.
Algo más. Vea los créditos al finalizar la serie. Allí exponen las imágenes del verdadero Bernard Tapie, un obrero implacablemente ambicioso que se convirtió en una de las figuras públicas más controvertidas de Francia.