LOS RUMORES DAÑAN SU IMAGEN PÚBLICA
Hace años, el príncipe Guillermo solía repetir una frase que, hoy en día, no parece tener posibilidades de hacerse realidad. “Ni por asomo me paso las noches soñando con ser rey”, decía a modo de explicación a su aparente desapego por las funciones como miembro destacado de la Corona británica. Y añadía: “Si no te andas con cuidado, las obligaciones de la realeza pueden quemarte antes de tiempo”. Ahora, los biógrafos del príncipe de Gales señalan que el camino parece conducirlo precisamente ahí: a ocupar el trono más importante de mundo. Lamentablemente, la crisis de imagen golpea la monarquía de su país. Kate a la cabeza, ‘la princesa perfecta’, su esposa, se convierte en el gran escollo de su reputación. El misterio que la envuelve y la incapacidad del príncipe y sus asesores para salir del paso parecen demostrar que no está preparado para ocupar el puesto de su padre, el rey Carlos, quien ahora enfrenta un cáncer. La tan comentada foto de Kate y sus tres hijos por el Día de la Madre, de la que se reconoce que fue ‘photoshopeada’ como un acto de travesura, se ha convertido en la cereza del pastel. Lo ocurrido, disculpas incluidas, hacen ver que el primogénito de Diana no ha logrado mantener su intimidad a salvo. Y que la transparencia no ha sido la mayor virtud. La pretensión del palacio de Kensington de mantener bajo llave durante al menos dos meses lo que ocurre a Kate Middleton resulta algo menos que ingenua. Los medios de comunicación y los comentarios en redes sociales han abierto una caja de Pandora, cuya única conclusión es que la princesa está pasando por algo verdaderamente serio y preocupante, sin que ni siquiera se pueda vislumbrar de qué se trata. ¿El asunto solo atañe a ella (una enfermedad) o se trata de un problema de pareja (separación, como mínimo)? Sea lo que sea, no hay duda de que el manejo de la información ha sido catastrófico y que las consecuencias están a la vuelta de la esquina.