NOTOKEN LOS PAPÁS DEL PUNK HC GUAYACO
DESPUÉS DE PRESENTARSE EN EL METAL FEST 2024, EL CUARTETO RECUERDA SUS INICIOS Y RECORRIDO EN DIÁLOGO CON EXPRESIONES.
Cuando analizamos en retrospectiva la escena metal y rock nacional, vemos que el paso de los 80 a los 90 trajo cambios importantes, de sonido y de actitud.
Por un lado, el heavy y thrash metal que dominaron la década ochentera, dieron paso a géneros más extremos. Aunque con retraso y a cuentagotas, al país llegaban nuevas tendencias como grindcore, noise, crust, death metal, y los melómanos en busca de sonidos acelerados se nutrían de todo ese derroche de energía y creatividad.
Por otro lado, los músicos empezaron a tomar mayor conciencia de que no tenían que esperar el apoyo de casas disqueras o la prensa, sino que podían crear sus propios sellos, sus propios medios de comunicación, sus propias reglas de distribución, fomentando la cultura del ‘hazlo tú mismo’.
Notoken pertenece a ese puñado de bandas que dieron ese salto evolutivo, formando parte de lo que podemos considerar la primera camada de punk hardcore ecuatoriano, junto a sus paisanos Kaos y Enemigo Público y Mortal Decisión de Quito. Porque si bien Descontrolados (también de Guayaquil) es la primera banda de punk del país, con ellos no se puede hablar de una generación como tal, sino más bien de un caso aislado en medio del rock latino imperante y las pocas bandas de metal en los ochenta en el Puerto Principal.
Casi sin proponérselo, este cuarteto contribuiría a marcar el rumbo de la naciente escena subterránea local, impulsando el surgimiento de un sinnúmero de grupos que siempre reconocieron el ejemplo que significó Notoken para ellos.
¿Consideran como referentes a las bandas de metal y rock latino de los 80? Era gente que ya estaba haciendo música propia. Gabriel: El rock latino no, pero sí Abraxas, Spectrum, Blaze, Demolición, por supuesto, los grupos más fuertes. En ese momento era lo que había en Guayaquil y también eran referentes a nivel nacional.
Aparte ustedes escuchaban hardcore estadounidense. Julio: Escuchábamos y practicábamos mucho DRI. También Suicidal Tendencies, Sick Of It All, Agnostic Front, algo de Anthrax. Y nos llamaban la atención otros géneros de rock. Barón Rojo y cosas más suaves entre comillas, como Ilegales. Lo que pasa es que hemos sido cuatro cabezas, mundos diferentes. Carlos (Avilés, el primer vocalista) escuchaba death metal también. Chivolo: Yo desde antes de pertenecer a Notoken ya era amigos de ellos y nos intercambiábamos mucha música en cassettes y discos. Fue un boom cuando conocimos el Scum de Napalm Death. Una semana podíamos oír Terrorizer, a la siguiente Morbid Angel o Sacred Reich. Julio: Eran épocas de reunirnos en la esquina a escuchar música con grabadora.
La influencia del punk HC de otros países de la región también fue importante. Malvadín: Claro, Colombia tenía bandas rápidas. Gracias al compilado La ciudad podrida (con grupos de Medellín), conocimos a Crimen Impune, HP.HC., BSN. Julio: Con el tiempo llegamos a compartir escenario con las cinco bandas punk referentes de Colombia: La Pestilencia, IRA, Fértil Miseria, BSN, GP. Y con muchas más de allá, como Restos de Tragedia.
¿Qué extrañan de esos primeros años de la escena? Gabriel: Nos sacrificábamos tanto para poder tocar, para poder ensayar, que me parece que se lo disfrutaba más. En nuestros inicios ensayábamos en el kilómetro 5,5 de la vía a Daule y nos tocaba ir con los amplificadores y guitarra en bus.
¿Y qué ven de bueno en el movimiento actual? Julio: Hay más chicas en los conciertos (risas). Gabriel: También hay más estudios de ensayo y de grabación, mejores medios de comunicación, con las redes sociales. Pero aunque es bueno que haya más bandas, muchas no son comprometidas. Malvadín: Antes las bandas tenían que ganarse su espacio, a su público. Con la facilidad de la tecnología actual, muchas bandas se dan a conocer, pero no todas se lo han ganado en tarima. Es turro que haya grupos que graban algo solo por el momento y nunca más. Debe haber compromiso.