La estabilidad de los próximos años se juega en 2021
El nuevo gobierno deberá solucionar inmediatamente un déficit de casi $6.000 millones. La inversión privada será clave.
La pandemia profundizó los desajustes económicos y fiscales. El país se vio obligado a firmar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), como única opción para tratar de salir adelante.
El próximo gobierno heredará unas cuentas públicas que, aunque han tenido recortes y modificaciones, todavía están desequilibradas. El primer reto, el cual requiere soluciones inmediatas desde el primer día, es un déficit (más gastos que ingresos) de, en el mejor de los casos, $5.878 millones en 2021.
Esa gran brecha se dará a pesar de tener el acuerdo con el FMI. Si se toman en cuenta las necesidades totales de financiamiento, que incluyen ese déficit y los pagos de todos los pasivos del Estado, se deberá conseguir alrededor de $13.936 millones, solo para mantener el funcionamiento normal del sector público.
Jaime Carrera, miembro del Observatorio de la Política Fiscal, explicó que “la sociedad ecuatoriana debe tener sumamente claro que 2021 va a ser difícil para el país; y el 2022 también va a ser crítico, si no se toman ciertas medidas y se aprueban ciertas leyes que den sostenibilidad y crecimiento a mediano y largo plazo”. Continuidad con el FMI Este año, el país no cayó en el colapso total gracias a los $7.254 millones de préstamos del FMI y otros multilaterales. Si las nuevas autoridades del gobierno quieren salirse del acuerdo
de financiamiento, firmado en octubre de 2020, deben estar conscientes que eso significa prescindir, durante 2021, de $4.746 millones: $650 millones del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), $1.500 millones del FMI, $1.076 millones del Banco Mundial (BM), $1.081 millones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y $439 millones de otros.
En ese contexto, se deben tener claras las fuentes alternativas de recursos, tomando en cuenta que, por lo menos a mediano plazo, no es viable salir a emitir bonos en los mercados internacionales. La última vez que lo hicimos, a inicios de 2019, los pagos rápidamente se volvieron insostenibles al año siguiente, debido a que las tasas de interés son altas (10%) y los plazos cortos (cinco años).
Si no se va por la ruta de la ruptura, la continuidad del acuerdo para no terminar en un fracaso como en 2019, necesita de decisiones de fondo en temas como la reforma tributaria y la optimización del tamaño del Estado.
En concreto, se necesita una reducción adicional de $2.000 millones en el gasto y un aumento de, al menos, $2.202 millones en los ingresos tributarios y de
$500 millones en los petroleros. Con eso se podría reducir el déficit fiscal a $2.567 millones en
2022 y pasar a cifras positivas el resto de los años, con lo que romperemos, por fin, el círculo perverso de nuestra dependencia con la deuda. Inversión y crecimiento Si el país logra, en 2021, un pacto para concretar reformas y un manejo equilibrado de las finanzas públicas podría comenzar a trabajar en lo realmente importante.
Carrera explica que con una previsibilidad tributaria y con un esquema de ingresos y gasto permanente podríamos olvidarnos del tema fiscal y dedicarnos a invertir y producir.
La principal interrogante es cómo conseguimos que la economía crezca entre 4% y 6%. Para eso, los dos únicos pilares viables son: la inversión privada y el fomento de las exportaciones no petroleras (ver recuadro).
“El próximo presidente debe tener una política clara para acuerdos comerciales, reforma laboral, acceso a crédito, simplificación de trámites y manejo responsable del fisco. De otra manera no habrá forma de que el país se desarrolle”, concluyó.
Con previsibilidad tributaria y con un esquema de ingresos y gasto permanente, entre 2022 y 2025 nos podríamos olvidar del tema fiscal y dedicarnos a invertir y producir”. JAIME CARRERA OBSERVATORIO DE LA POLíTICA FISCAL