Confinamiento
La Fundación del Español Urgente, que asesora a medios de comunicación para el mejor uso de nuestro idioma y en cuyo patronato se encuentran instituciones de máxima representatividad, entre otras la Real Academia Española, Agencia EFE, Telecinco, Instituto Cervantes, ha designado a confinamiento como la palabra del año 2020.
Razones para ello sobran, por cuanto en los últimos diez meses, desde que oficialmente se detectó la expansión mundial del virus proveniente de China y que sigue ocasionando estragos lamentables y cuantiosos, este término ha sido utilizado, a nivel ecuménico, con frecuencia permanente.
Las celebraciones de Navidad y Año Nuevo generaban grandes concentraciones humanas en metrópolis, en donde ahora reina el silencio, apenas luces de neón en calles, plazas y avenidas vacías, en razón de que los pobladores se encuentran sin salir de sus hogares, como una de las principales medidas de prevención para evitar el contagio. En el verano hubo relajamientos que hoy se pagan de manera lacerante, especialmente en países del hemisferio norte, que parece entendieron la lección, ante el incontable número de muertos y contagiados.
Circunstancias atípicas son las que se han creado y que deben ser comprendidas, en su justa medida, para evitar consecuencias deplorables en lo personal, familiar, comunitario.
Hacer caso omiso a las recomendaciones de bioseguridad es realmente criminal y suicida. Es imposible justificar algunas imágenes, observadas en nuestro medio, de centenares de ciudadanos en fiestas clandestinas, otros con mascarillas en el cuello, como si fueran bufandas. En algún momento pasará el necesario aislamiento temporal al que nos ha sometido el Covid-19. Recordemos que mortales epidemias desaparecieron en épocas pasadas, como la Edad Media, en que los conocimientos científicos y tecnológicos nada tienen que ver con los actuales.