Leyes tributarias, un fracaso
En su primer año, el sistema impositivo sigue siendo difícil de entender y cumplir. El Régimen Impositivo de Microempresas es el más cuestionado.
“El régimen tributario es demasiado complicado. Pocas personas realmente lo entienden”, dice Pablo Villegas, abogado y docente universitario, quien explicó que el país no ha podido realizar una verdadera reforma estructural al sistema impositivo; solo se han hecho no cambios circunstanciales o parches que buscan, en muchos casos, salir de aprietos fiscales o aumentar la recaudación.
El único intento que se aproximó a lo que se necesita fue la Ley de Equidad de 2007, pero tampoco fue una reforma integral. En este contexto, la Ley de Simplicidad y Progresividad Tributaria resultó más de lo mismo y no solo que no simplificó, sino que también complicó el desarrollo de sectores importantes, como el de las microempresas.
La realidad
Napoleón Santamaría, experto tributario, recalcó que esa Ley tiene todos los vicios de las anteriores. “Hay buenas intenciones, pero sin ideas y conceptos articulados. Se hacen normativas para sostener las necesidades del Gobierno de turno”, acotó. En otras palabras, los mejores resultados se remiten sobre todo a la mayor recaudación, para ayudar a cubrir los huecos fiscales, a través de mecanismos como la Contribución Única y Temporal a empresas con cierto nivel de facturación y el IVA a los servicios digitales.
Ni claridad, ni facilidad
EL DATO La Ley de Simplicidad y Progresividad Tributaria está en vigencia desde el 1 de enero de 2020.
En el Régimen Impositivo de Microempresas, que es el corazón de la Ley, Villegas asegura que no se consiguió simplificar, sino que se le complicó la vida, en mayor medida, a los emprendedores que no tienen dinero para pagar un asesor tributario.
“Antes solo tenían que presentar una sola declaración de impuesto a la renta; pero ahora tienen que hacer por lo menos dos (semestral) y si tiene otra actividad se debe añadir una declaración más”, puntualizó.
Además, el reglamento se demoró ocho meses en ser emitido y todavía falta resoluciones para que se le dé completa operatividad.
En el tema de progresividad, el peor retroceso es el pago del 2% de impuesto a la renta sobre las ventas, aunque no tenga utilidad. “En escenario normal ya es injusto, pero ha sido incluso más desventajoso en las condiciones de la pandemia”, añadió Villegas
Recorte de ingresos fiscales
A pesar de que desde el mismo sector empresarial se aplaudió la eliminación del anticipo del impuesto a la renta, no se calculó bien los efectos fiscales de la medida. En medio de la crisis, el Gobierno reactivó ese anticipo para conseguir más ingresos. Por un lado, se decretó una recaudación anticipada del impuesto de 2021 para 1.188 contribuyentes; y por otra, se estableció un nuevo sistema de retenciones.
“Lo adecuado no era la eliminación, sino volver el anticipo más técnico y reducir su impacto a algunos contribuyentes”, concluyó Villegas.