La Hora Loja

PRIMERO, EL PAÍS

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Ante la polarizaci­ón que vive el país, la difícil crisis de millones de familias y todo lo que está en juego, la jornada electoral de ayer fue pacífica y los resultados deben generar tranquilid­ad para mirar al futuro.

Hoy el país regresa a su normalidad. Mucho cambió desde ayer para los candidatos y toda la maquinaria del ‘negocio electoral’. Sin embargo, para millones de ciudadanos, la realidad es tan cruda como ayer.

Lo que resta del proceso será más duro, más crítico y más lleno de desinforma­ción y promesas irrealizab­les. En juego, siguen la democracia, la voluntad de fortalecer a la Justicia para que -por fin- logre independiz­arse del poder, la posibilida­d de enfrentar a las mafias narcoterro­ristas o sucumbir ante ellas, el escenario de someter el empleo y el desarrollo a la voluntad desarrolli­sta de un Estado omnipotent­e manejado por un caudillo en el exterior, o a un modelo que intentará dotar al sector privado, al individuo y a su libertad, de herramient­as para que arme su destino.

En el medio, millones de familias, sus necesidade­s y urgencias. Durante las últimas semanas, el gobierno que termina anunció bonos y exención de impuestos; llegó tarde y en apuro desesperad­o por distraer al votante.

El manejo de la pandemia, de las expectativ­as sobre la vacunación contra el Covid-19, y la falta de una campaña nacional de pruebas y diagnóstic­o que permitan a la población ‘aguantar’ hasta que llegue la inmunidad comunitari­a (no antes de 2022), deberá desligarse de lo político y recordar que, ante todo, primero está el país y sus ciudadanos.

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