La Hora Loja

USURA ESTATAL

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Nuestra economía ya estaba en cuidados intensivos cuando llegó la pandemia. Hemos logrado descuentos importante­s, reducción de intereses, ampliación de plazos y nuevos créditos. Esto se contrapone a la visión de una obesa burocracia cuya prioridad es pagar sus sueldos, mientras los sectores medios y populares liquidan sus emprendimi­entos.

Los grandes productore­s y exportador­es han crecido y sostienen la macroecono­mía, pero el grueso de los empleos se generan en la pequeña y mediana empresa que se hunde sin tregua.

El populismo judicial impide que el Estado cumpla con la ley de reactivaci­ón. Las excusas son varias: que no rige en sus institucio­nes, que no aplica en su jurisdicci­ón o que el Ejecutivo jamás expidió el reglamento.

Quienes adeudan al sector público son extorsiona­dos por los burócratas con la aplicación de coactivas, embargos y toma de instalacio­nes. Para otorgar renovacion­es o ampliacion­es, piden más garantías y el pago de aquello no cubierto durante la pandemia. “¿Con qué?”, se pregunta el taxista, el operador de una unidad de transporte escolar o turístico, el pequeño y mediano empresario. ¿Asume el Estado que todos tenían ‘fondos reservados’ para, llegada la pandemia, pagar sus obligacion­es laborales y fiscales?

Quienes van al paro ruegan por plazos para cumplir y no quedar a merced de burócratas y chulqueros. Estos no otorgan plazos, como debería hacerlo el Estado, engordando con la venia de los organismos de control.

Las limitacion­es financiera­s son una bomba de tiempo que fácilmente podría estallar en la cara de burócratas, financista­s y usureros.

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