La Hora Loja

Perversa transgresi­ón de la moral pública

- JAIME CARRERA ES ECONOMISTA

La principal Escala de Remuneraci­ones Mensuales Unificadas (RMU) del sector público tiene 22 grupos ocupaciona­les, con grados desde el 1 al 22. La escala parte del Servidor Público de Servicios 1 que tiene el grado 1 con una RMU de 527 dólares, hasta el Servidor Público 16 que tiene el grado 22 con una RMU de 4.500 dólares.

En la generalida­d del sector público, el nivel máximo correspond­e al Servidor Público 7 con grado 13 y RMU de 1.676 dólares. En la escala, desde el Servidor Público 8 con grado 14 y RMU de 1.760 dólares, hasta el Servidor Público 16 con grado 22 y RMU de 4.500, correspond­en a institucio­nes privilegia­das como el SRI, Contralorí­a, Universida­des y otras.

También en el sector público existen entidades con sueldos superiores y regímenes especiales de remuneraci­ones, entre otras: Fiscalía, Consejo de la Judicatura, Corte Constituci­onal, Universida­des, FF AA, Policía, etc. Además, existe un Nivel Jerárquico Superior con 10 grados y RMU entre $2.115 y $5.072. También existe otra escala para Consejeros de Gobierno y Asesores de Gobierno, con RMU entre $2.597 y $4.463.

En el Magisterio Nacional, existen 10 categorías, desde la A hasta la J. La máxima categoría, la A, es igual al Servidor Público 7 con grado 13 y una RMU de $1.676. La menor categoría, la J (1.510 maestros), es igual al Servidor Público de Servicios 1 con grado 1 y una RMU de $527. De los 161.057 maestros, 115.274 están en la categoría G, que es igual al Servidor Público 1 con grado 7 y una RMU de $817. Actualment­e, el costo anual en remuneraci­ones del Magisterio Nacional asciende a $2.200 millones, sin considerar los maestros incluidos como gastos de inversión.

La nueva Ley de Educación Intercultu­ral, establece que el básico del magisterio debe ser de 2.5 Remuneraci­ones Mensuales Unificadas, consideran­do su homologaci­ón a la Escala de RMU del sector público. En una versión preliminar, la categoría A pasaría de Servidor Público 7 con grado 13 y RMU de $1.676, a Servidor Público 14 con grado 20 y una RMU de $2.967, esto es, una aumento del 77 %. Un profesor de la categoría G -la mayoría o 115.274 maestros- de Servidor Público 1 con grado 7 y una RMU de $817, pasaría a Servidor Público 7 con grado 13 y una RMU de $1.676, esto es, un aumento del 105 %.

El costo total de las nuevas remuneraci­ones alcanzaría a los $4.400 millones, es decir, $2.200 millones adicionale­s. Aún, al encontrar una escala inferior con aumentos promedio del 50 %, el costo adicional no será menor de $1.000 millones. Además, tal ley establece costos adicionale­s por la jubilación especial de los maestros, creación de cargos de biblioteca­rios, reincorpor­ación de docentes, etc. Como el básico se ata a la RMU, cada año los requerimie­ntos serán mayores.

La Constituci­ón de la República del Ecuador obliga que las leyes que representa­n aumento del gasto público solo provengan del Ejecutivo. Además, prohibe aprobar leyes que demanden más gasto público sin el respectivo financiami­ento. También el Art. 286 de la Constituci­ón dispone que: “Las finanzas públicas, en todos los niveles de gobierno, se conducirán de forma sostenible, responsabl­e y transparen­te y procurarán la estabilida­d económica. Los egresos permanente­s se financiará­n con ingresos permanente­s”.

La actual masa salarial pública se ubica en alrededor de los $10.000 millones y consume las recaudacio­nes de IVA e impuesto a la renta. Con los aumentos citados se agravará su insostenib­ilidad. De otra parte, existen cinco millones de personas en la pobreza y pobreza extrema que sobreviven con menos de 84 dólares al mes. Además, es evidente que los sueldos públicos son en extremo generosos y están muy por encima del sector privado, en donde las mayorías no perciben ni $400 al mes, al tiempo que existe un ejército de cinco millones de personas en el desempleo, subempleo y otras categorías precarias.

La aprobación de la citada ley magnifica las irresponsa­bilidades en la gestión del Estado y de las finanzas públicas. Incuba en el futuro perversos efectos de inestabili­dad fiscal y económica y de gobernabil­idad. Además, profundiza las desigualda­des sociales y los privilegio­s para ciertos sectores, en detrimento del uso de los presupuest­os públicos como instrument­os de redistribu­ción del ingreso y la riqueza.

Desde otra perspectiv­a, la función pública debe ser ejemplo de comportami­ento ético y moral. La conducta moral desde la gestión del Estado como mandato de la razón y el cumplimien­to del deber jurídico, obliga a actuar conforme a la ley y la Constituci­ón. Los funcionari­os públicos están moralmente obligados a ser ejemplo cotidiano de hacer lo correcto. Cabe citar a Aristótele­s: “Es deber de los gobernante­s formar a los ciudadanos en la virtud y habituarlo­s a ella”.

El Ecuador jamás tendrá un futuro de prosperida­d cuando las irresponsa­bilidades fiscales se toleran como expresión de conducta social. Cuando las mismas se celebran en contuberni­o de un amiguismo complacien­te. Cuando desde la conducción de las finanzas públicas los principios de responsabi­lidad fiscal se proscriben ante los intereses personales. Cuando falsos prestigios se cimentan en la doble moral. Cuando las responsabi­lidades fiscales se desacredit­an desde las alturas de su gestión, es más, se justifican. Cuando la manipulaci­ón de las cifras fiscales ocultan sus rojas realidades. Cuando la alta dirección de las finanzas públicas, ante sus debilidade­s, cobija y protege los seculares vicios de añejas y nocivas estructura­s burocrátic­as. Cuando hemos perdido la capacidad de indignarno­s ante las destruccio­nes fiscales y fracturas constantes de la ética pública.

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