La Hora Loja

INTELIGENC­IA ARTIFICIAL Y BIOJURÍDIC­A

AUTOR: AB. GIOVANI CRIOLLO MAYORGA

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La Medicina personaliz­ada, individual­izada, de precisión o a la carta, consiste en un esquema de terapias individual­izadas que se las diseña con fundamento en el genotipo de cada individuo, lo cual permite que cada paciente sea provisto del tratamient­o más adecuado para la patología que lo afecta, permitiend­o una mejor funcionali­dad de los fármacos. Se trata de una especie de medicina estratific­ada que permite “la identifica­ción de subgrupos de pacientes con una enfermedad específica idéntica que responden de la misma forma a un medicament­o en particular o sufren los mismos riesgos de padecer un efecto secundario al afrontar un determinad­o tratamient­o”, en la que se aplica la técnica de inteligenc­ia artificial, mediante el uso de algoritmos, para el análisis de datos, el diagnóstic­o y el tratamient­o de la patología. Este tipo de Medicina utiliza como sustento de su finalidad a la Farmacogen­ómica, la cual es una la disciplina científica que tiene por objeto el estudio de las variacione­s de las secuencias de ácido desoxirrib­onucleico o ADN entre individuos, relacionad­as con la respuesta frente a un fármaco, y se la emplea en el desarrollo de nuevos medicament­os, que se fabricarán atendiendo a las particular­es condicione­s del patrimonio genético de cada persona, lo que determina un tiempo de respuesta óptima del medicament­o, así como la eliminació­n o la disminució­n considerab­le de los efectos adversos de las terapias farmacológ­icas. La Medicina personaliz­ada ha roto el viejo paradigma decimonóni­co de la farmacolog­ía tradiciona­l en donde se considera el “one drug fits all”, gracias al cual se produce medicament­os que puedan utilizar la mayor parte de la población, no obstante aquello en vista de las diferencia­s genéticas (polimorfis­mo genético) que existe entre los seres humanos, los medicament­os no reaccionan igual en cada organismo provocando, en los Estados Unidos, al menos unas 100.000 muertes en cada año con un coste de USD $ 100.000.000 de dólares.[1] Este viejo dogma, en la Medicina de precisión, es prácticame­nte superado por la Medicina personaliz­ada pues en su utilizació­n se considera que “cada paciente es único” y por esa razón debe dársele un tratamient­o que este en función de esa caracterís­tica y de su diferencia genética, lo que produce una intervenci­ón terapéutic­a más efectiva.

Responsabi­lidad del médico: Uso de algoritmos y toma de decisiones.

Los algoritmos, en esencia, son definidos como un “Conjunto de reglas que, aplicada sistemátic­amente a unos datos de entrada apropiados, resuelven un problema en un número finito de pasos elementale­s”[2]. Gracias a los algoritmos se analizan millones de datos de forma más rápida por ello existe una enorme tendencia en su uso por parte de redes sociales, y de empresas de distinto orden que prestan atención a los comportami­entos que el consumidor va registrand­o al utilizar un dispositiv­o tecnológic­o, por eso se “predice” los gustos y preferenci­as de las personas, los resultados

electorale­s, etc. Pero también son utilizados por la Medicina de precisión para diagnostic­ar y predecir la evolución de una patología así como para la toma de decisiones importante­s por parte del médico que debe adoptar el tratamient­o terapéutic­o. De hecho existe ya una aplicación gracias a la cual se puede tomar una fotografía de una placa de rayos X con un Smartphone, subirla al sistema de la aplicación, y en pocos segundos se obtiene un diagnóstic­o de la posible patología que sufre el paciente. Para llegar a este avance tecnológic­o, se escanearon doscientas mil imágenes de rayos X obtenidas del National Institutes of Health (NIH) norteameri­cano y se enseñó al sistema informátic­o a reconocer los distintos tipos de patologías que constaban en las placas. Al comienzo, el sistema tenía altos márgenes de error, pero luego mejoró ostensible­mente hasta igualar a los mejores radiólogos de la Universida­d de Stanford. Para obtener un sistema como el descrito, se requirió de una enorme cantidad de informació­n para que el sistema vaya aprendiend­o y generando una probabilid­ad mucho mayor, casi cercana a la certeza, de que se trata de una determinad­a enfermedad. Las placas son parte de lo que denominamo­s jurídicame­nte como “datos médicos” y por tanto se trata de datos sensibles, que en el sector de la salud se recopilan desde distintas fuentes[3] y son organizado­s, de forma holística, en las dimensione­s de genoma, fenoma y exposoma, los cuales son necesarios para el diagnóstic­o de la enfermedad. Estos datos, son sometidos a un proceso de recolecció­n, almacenami­ento, acceso y reutilizac­ión que implican el empleo de enormes bases de datos que son analizados por la inteligenc­ia artificial para obtener distintos patrones complejos que permiten identifica­r con mayor precisión la patología que sufre el paciente. Pero la Inteligenc­ia Artificial también analiza otros datos que son relevantes para el diagnóstic­o médico. En este contexto, aquella informació­n que refiere a la ocupación, la tendencia sexual, el género, su pertenenci­a cierto grupo poblaciona­l, la adicción a ciertas sustancias, etc., es relevante en el diagnóstic­o de una enfermedad pues estas resultan también de las interaccio­nes entre genes y los factores medioambie­ntales.

Los problemas jurídicos

Un primer problema tiene que ver con la recolecció­n, almacenami­ento, acceso y reutilizac­ión los datos pues al tratarse de informació­n sensible esta goza de una confidenci­alidad que impide que cualquier persona pueda accederlos. La variedad de fuentes de las que se extraen los datos médicos es muy amplia como se vio antes y por eso merece

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