Pobreza, pan y dinero
MILICA PANDZIC
La pobreza no es un problema solamente de ingresos, así como la desnutrición crónica infantil no es un fenómeno únicamente de alimentación. Enmarcar estos problemas de forma unidimensional impide solucionarlos, cuando hoy constituyen los obstáculos más profundos para el desarrollo del país.
A diciembre de 2020, la pobreza llegó al 32,4% a nivel nacional, con un 14,9% de pobreza extrema. Sin embargo, si entendemos la pobreza como falta de acceso a vivienda segura y a un ambiente sano, a educación, salud, agua y nutrición, a trabajo y a la seguridad social; podemos entender la envergadura de las privaciones que sufre gran parte de los ecuatorianos: 40,2% de pobreza multidimensional a nivel nacional, pero 68,7% en el sector rural.
La pobreza multidimensional extrema está en el 17,8% a nivel nacional con un 43,3% en el sector rural.
La desnutrición crónica infantil (DCI) es la quinta causa de muerte de menores de 4 años en Ecuador. La última medición, en 2018, reflejó que el 23% de los menores de 5 años y el 27% de los menores de 2 años la sufre.
Para erradicar la DCI se necesita, entre otras cosas, trabajar con la madre gestante para asegurar un importante cuidado al menor durante los dos primeros años de vida. Además de una nutrición adecuada, evitar enfermedades infecciosas juega un rol esencial mediante un esquema de vacunación y su seguimiento. Las tasas son inaceptablemente altas. No existen políticas públicas que aborden la pobreza de forma multidimensional. Sin embargo, el programa ‘Ecuador Crece sin Desnutrición’ exige coordinación multisectorial con una medición estadística que actualizaría los datos anualmente.
Erradicar estos problemas requiere una respuesta integral que debe atacar su multidimensionalidad y multicausalidad, ejecutada de manera articulada por diversos actores y sectores, porque el desarrollo no se alcanza solo con pan y dinero.