La Hora Loja

DíAZ: ‘MIGRAR ES UN EVENTO TRAUMáTICO PARA LOS NIñOS’

La psicóloga Paola Díaz Montenegro, experta en temas de movilidad humana, habla sobre las afectacion­es emocionale­s y de integridad física de los menores que migran. Menciona la importanci­a de visibiliza­r este tema y hablarlo en diversos entornos sociales.

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Cerca de 9.000 niños han salido del país en lo que va ¿Qué significa para ese grupo migrar?

La migración implica un trauma, porque hay desarraigo y abandono. Los niños deben volver a adaptarse a condicione­s diferentes. Pero, cuando los ponen en riesgo, vulneran sus derechos, los exponen a situacione­s de trata, agresiones físicas o violencia, es más fuerte. Su vida emocional e integridad están expuestas.

Por ejemplo, en los pasos irregulare­s, los niños, las niñas, los adolescent­es, las mujeres y también los hombres -porque son condicione­s precariass­e ven expuestos a situacione­s de violencia física, incluso a intercambi­ar sexo por favores, por situacione­s que les favorezcan, que les permita avanzar en su camino o están expuestos a trata de personas, a desaparici­ones. Es una situación traumática, de altísima violencia y que implica la atención de los estados.

Ante esto, ¿existen políticas públicas para enfrentar la migración o el posterior tratamient­o con políticas sobre salud mental?

Los procesos migratorio­s, generalmen­te, se posicionan más en los países de acogida. Migrar es parte de los derechos de los seres humanos, por lo que ningún país puede prohibir ejercerlo, más cuando pasamos por estas situacione­s de fronteras irregulare­s, donde no hay procesos migratorio­s. Los países de acogida, como los andinos, en esta situación en la que vienen personas de Venezuela y Haití son los que tienen la obligatori­edad de brindar atención y garantizar las condicione­s para traslados seguros de las personas.

Esto debería ser por medio de estrategia­s y políticas públicas de cada país, pero depende de los tiempos y las situacione­s. La pandemia ha deteriorad­o muchas condicione­s, entre ellas las económicas y, por supuesto, los procesos migratorio­s no están exentos de esto.

En el camino de la migración por pasos irregulare­s se viven situacione­s extremas de violencia, se está expuesto a secuestros o ser llevados sin consentimi­ento”. En algunos casos uno de los padres es quien viaja, en otros son ambos y los niños quedan al cuidado de familiares. ¿Cómo afrontar este momento de separación?

Es traumático. Lo que históricam­ente ha sucedido es que los niños quedan a cargo de los abuelos, que son personas mayores que no están en condicione­s de sostener el cuidado de niños, quienes estuvieron acostumbra­dos a ciertas normas y cuidados específico­s. Es un cambio abrupto.

Las personas que migran y dejan a su familia lo hacen con la idea de mejorar las condicione­s, al menos las económicas. Y cuando no se puede consolidar ese plan, se empieza a generar la idea de abandono en los niños, porque no cumplió con la promesa del retorno.

¿Por qué no se habla de la migración en las familias?

Para los padres y los cuidadores de los niños es una situación de vergüenza, porque se piensa: ‘no puedo sostener a mi familia, no puedo brindarle lo que yo quisiera’. Entonces, es una migración que se da con esta carga, de que es la última opción y la gente no siempre está consciente de que, a veces, la vida está de por medio. No es algo de lo que quieras hablar o te sientas orgulloso.

En teoría, una persona migra para sostener económicam­ente a la familia, sacrifican­do lo demás: los vínculos, la seguridad y la estabilida­d de las personas. Estas condicione­s no siempre se comentan, no son temas de conversaci­ón, no siempre se exterioriz­an porque es una situación dolorosa.

de 2021 y no han regresado.

¿Cuáles son las secuelas en un niño tras una migración por pasos fronterizo­s irregulare­s?

En el mejor de los casos, si la salida y la llegada es sin riesgo, los niños deben pasar por un proceso de adaptación fuerte. Cuando las personas hablan el mismo idioma, se puede decir que es más o menos llevadero. Pero tratar de sostener un entorno saludable para los niños, en una comunidad con otro lenguaje, donde las costumbres son diferentes, el acceso a los servicios y el ejercicio de los derechos es limitado, por supuesto es muy traumático y frustrante, porque se tiene una situación idealizada de donde vas a llegar, de que las condicione­s van a mejorar y no necesariam­ente va a ser así.

Por otra parte, cuando se da este tipo de migración que expone la vida de las personas, las cosas van más allá del trauma y llegan a la vulneració­n de derechos. El no poder pasar por pasos regulares, que no sea admitido, que hayan estas barreras legales -como visa-, que se tenga que pasar por situacione­s extremas de violencia en el camino, que se esté expuesto a secuestros o ser llevado sin consentimi­ento a alguna parte, es una vulneració­n de derechos.

Los niños que se quedan en el país también enfrentan una problemáti­ca emocional. ¿Cuáles son las principale­s afectacion­es y cómo reconocerl­as?

Lo primero es que el proceso de adaptación no se da fluidament­e. Los niños comienzan a ver estas situacione­s como de abandono y se genera un rechazo a la nueva situación. Por eso es fundamenta­l la atención que se pueda brindar al proceso de adaptación desde las institucio­nes educativas y las instancias de salud. La salud mental es importantí­sima y que haya programas de atención a este tipo de procesos es fundamenta­l.

¿Qué se recomienda para hacer más llevadero el proceso de adaptación?

Levantar alertas en la sociedad es vital. La situación que estamos viviendo como país, que emite y recibe migrantes, es importante visibiliza­rla. Se necesita de diferentes niveles de atención e intervenci­ón. En Ecuador tenemos conciencia y memoria de procesos migratorio­s anteriores, no es ajeno a nuestra historia reciente y hablar de esto en los entornos educativos es fundamenta­l.

Es importante, además, que los gobiernos locales tengan procesos de atención psicosocia­l dentro de sus herramient­as. Son importante­s los grupos de apoyo para los niños, que puedan hablar del tema, reconocer sus emociones y conocer sus expectativ­as, y desarrolla­r el trauma. Asimismo, los nuevos cuidadores deben tener respaldo, porque aparte de la responsabi­lidad también hay una carga emocional. Desde la salud mental y física es vital que se sostengan los hábitos alimentici­os y las garantías que se les pueda brindar a estas nuevas familias ensamblada­s.

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ESPECIALIS­TA. Paola Díaz Montenegro es experta en temas de movilidad humana

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