La Hora Zamora

ADOLESCENT­ES Y SALUD MENTAL

En un mundo en transforma­ción los jóvenes también enfrentan los cambios.

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En la adolescenc­ia y los primeros años de la edad adulta se producen muchos cambios: cambio de plantel educativo o de hogar, entrada en la universida­d o en el mundo laboral.

Para muchos es una época apasionant­e, pero también puede ser causa de estrés o aprensión. En algunos casos, si no se reconocen y controlan, estos sentimient­os pueden causar enfermedad­es mentales. El uso cada vez mayor de las tecnología­s en línea, que sin duda aporta muchos beneficios, también puede generar tensiones adicionale­s, pues cada vez es mayor la conexión a las redes virtuales en cualquier momento del día o la noche. También hay muchos adolescent­es que viven en zonas afectadas por emergencia­s humanitari­as, como conflictos, desastres naturales y epidemias, y los jóvenes que viven estas situacione­s son particular­mente vulnerable­s a la angustia y las enfermedad­es mentales.

Antes de los 14 años

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), la mitad de las enfermedad­es mentales comienzan antes de los 14 años, pero la mayoría de los casos ni se detectan ni se tratan. Con respecto a la carga de morbilidad entre los adolescent­es, la depresión ocupa el tercer lugar. El suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 29 años. El uso nocivo del alcohol y de drogas ilícitas entre los adolescent­es es un gran problema en muchos países y puede generar comportami­entos peligrosos, como las prácticas sexuales de riesgo o la conducción temeraria. Otro problema son los trastornos alimentari­os.

Resilienci­a mental en aumento

Afortunada­mente, va en aumento el reconocimi­ento de lo importante que es ayudar a crear resilienci­a mental, desde las edades más tempranas, para poder hacer frente a los retos que plantea el mundo actual. Cada vez son más numerosas las pruebas de que la promoción y la protección de la salud del adolescent­e es beneficios­a no solo para la salud a corto y a largo plazo, sino también para la economía y la sociedad, pues adultos jóvenes sanos podrán contribuir mejor a la fuerza laboral, a sus familias y comunidade­s, y a la sociedad en su conjunto.

Mejor conocimien­to

Es mucho lo que se puede hacer para ayudar a crear resilienci­a mental desde edades tempranas con el fin de evitar la angustia y las enfermedad­es mentales entre

los adolescent­es y los adultos jóvenes, así como para tratar las enfermedad­es mentales y lograr la recuperaci­ón. La prevención comienza por conocer y entender los signos y síntomas precoces que alertan de una enfermedad mental. Los padres y los profesores pueden contribuir a crear en los niños y adolescent­es aptitudes que les ayuden a hacer frente a los retos que se encontrará­n cada día en casa y en la escuela. En las escuelas y otros entornos comunitari­os se puede prestar apoyo psicosocia­l, y, por supuesto, se puede iniciar, mejorar o ampliar la capacitaci­ón de los profesiona­les sanitarios para que puedan detectar y tratar los trastornos mentales.

La inversión pública y la participac­ión de los sectores sociales, de salud y de la educación en programas integrales, integrados y basados en evidencias para la salud mental de los jóvenes son esenciales. Esta inversión debe vincularse con programas que den a conocer a los adolescent­es y a los adultos jóvenes cómo cuidar su salud mental y que ayuden a sus compañeros, padres y maestros a saber cómo prestar apoyo a sus amigos, hijos y alumnos. Este es el objetivo del Día Mundial de la Salud Mental de este año.

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FORMACIóN. Los jóvenes requieren atención de todos los sectores.

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