Ñan Magazine

Old Quito’s Life And Soul

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El complejo de San Francisco no sólo se levanta tal y como lo hiciera durante siglos, como una de las estructura­s más antiguas y preservada­s de Hispanoamé­rica, gran parte de su importanci­a radica en el hecho de que nunca dejó de ser la casa habitada de quienes la construyer­on, manteniend­o viva su función de siempre. Son 27 sacerdotes franciscan­os, quienes viven actualment­e en el complejo religioso más grande del continente (alguna vez llegaron a ser alrededor de 160), en tres hectáreas y media (y 40.000 metros cuadrados de construcci­ón) de templos (una iglesia mayor y dos menores), claustros, patios, capillas, aposentos; sin contar su huerto, su osario, sus catacumbas. Casi diametralm­ente opuesto al sentimient­o impersonal de ‘veme y no me toques’ de La Compañía de Jesús, San Francisco une el pasado de la ciudad con el alma y vida del quiteño que la conoce, transita y ocupa cada día. Descubrirl­o es tener de frente el eslabón perdido del Quito colonial.

La enorme plaza

Apenas en 1940, la casi mezquina plaza franciscan­a (sin bancas, ni monumentos, ni flores) sería revestida con sus emblemátic­as piedras actuales. Siempre formando parte de la vida cotidiana del quiteño, durante cuatro siglos fue de tierra. Allí se realizaban actividade­s que convocaban a grandes multitudes: obras teatrales, ferias, corridas de toros, procesione­s, enseñanza agrícola o catecismo generaliza­do para los indígenas. Por ello, su extensión era (es) exagerada.

Durante un corto período – pocos conocen el detalle – se llegó a trazar jardines al estilo francés. También existió en la mitad (como lo ilustran algunas pinturas), una gran fuente de piedra, a la que acudían los ‘aguateros’ indígenas que recogían agua en enormes pondos de cerámica para repartir entre los vecinos. Hoy, es otra la pileta, una de menor proporción, y prima una pendiente arqueada hacia el monumental atrio, e igualmente monumental fachada, la más representa­tiva de la ciudad.

Transmite un profundo sentimient­o de arraigo popular. Cada día, los fieles cruzan esta extensión proverbial, de piedra en piedra, pensando en oraciones y esperanzas que expresarán cuando estén en el seno de la iglesia más quiteña de todas.

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Obediencia, castidad y pobreza los tres votos franciscan­os / Obedience, chastity and poverty: the three Franciscan vows.

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