SAZÓN ÑAN / ÑAN YUM
Pelican Bay
Damos una vuelta con Fernando Delgado por algunos de los mejores establecimientos para saciar hambre y sed en Puerto Ayora Fernando Delgado takes us on tour of the top places to sate one’s hunger and thirst in Puerto Ayora
Galápagos es, junto con Guayaquil, una de las dos melting pots de Ecuador. En ambos sitios ha confluido gente de todo el país y de buena parte del mundo, en ambos lugares estas gentes desarraigadas de sus hogares han buscado la vida, difuminando su identidad natal y adoptando la de su nuevo hogar.
Al ser el corazón del archipiélago y su motor económico, la Isla Santa Cruz ha atraído una mayor cantidad de inmigrantes y, en consecuencia, una mayor variedad de propuestas gastronómicas. En Puerto Ayora, en pocas cuadras podemos dejarnos encantar por un “maremoto” – una potente sopa de mariscos guayaco-esmeraldeña en El Pulpo – o comer una empanada de viento serranísima, cerca del mercado.
En la Avenida Charles Darwin, nuestra primera parada va a ser para tomar un helado en Il Giardino, donde Gino, uno de los trasplantados internacionales que cambió su isla Sicilia por Santa Cruz. Media cuadra más allá paramos en el hotel Sol y Mar, donde la segunda generación de la familia Pérez, con Julián y su esposa Allison a la cabeza, han sabido mantener el espíritu de Don Jimmy. Aparte de una estupenda ubicación, ofrece una propuesta gastronómica de alta calidad, con el mejor sushi del archipiélago como bandera, así que: ¡a por unos rollos con una cervecita helada, se ha dicho!
Siguiendo nuestro recorrido vamos a encontrar una de las tres excelentes pizzerías de la localidad. La más nueva es Pizza Eat: buenas porciones al taglio para quien está de apuro. Nos acercamos a la Capitanía de Puerto, donde, en medio de una cuadra rodeada por construcciones modernas, trasplantada ella también, pero desde Baltra, una de las casas de la Base Beta aloja al Rincón del Alma: buenos almuerzos y a precios correctos todos los días. Pegado al último está Frutos del Mar, donde hay que llegar temprano si uno quiere conseguir mesa para enamorarse de sus legendarios ceviches y magníficos chifles.
A la vuelta de la esquina está Hernán. La mayoría de personas van por sus pizzas, pero los habituales saben que el Arroz con Pulpo de Hernán es un must. Frente a Hernán, a partir de más o menos las cuatro de la tarde, todos los días llega Aracely con su carrito de delicias, los mejores sánduches de chancho de este lado del Pacífico, fritada, bolones y mis favoritos, los corviches, comparten de alguna forma inexplicable el apretado espacio, pero nunca duran demasiado como para incomodarse unos a otros.
Along with Guayaquil, Galápagos is one of Ecuador’s melting pots. In both these places, people from every nook of the nation and every far-flung corner of the globe have come together, uprooted from their homelands in search of new lives, bringing their traditions and recipes with them, while adopting new ones, too.
The island of Santa Cruz, as the geographic and economic heart of the archipelago, has been the most powerful magnet for these immigrants and thus offers the widest variety of gastronomic goodness. In Puerto Ayora, in the space of just a few blocks, we can revel in a “maremoto” (“seaquake”) – a potent seafood soup perfected by the Guayaquil-Esmeraldas couple at El Pulpo – and then hop over to chow down on archetypally Andean empanada de viento turnovers. Culinarily, it’s like a miniature Ecuador, with sea lions.
Starting to the east along Avenida Charles Darwin, our first stop is at the ice-cream shop of Il Giardino, the baby of Gino, one of the international transplants who swopped the island of Sicily for Santa Cruz. Half a block down, head into the Sol y Mar hotel, where the second generation of the Pérez family, Julián and his wife Allison at the head, keep alive the spirit of Don Jimmy. Apart from the stupendous location, they serve up some mean dishes, including the best sushi in the archipelago for most people’s money – wash it down with an ice-cold beer and you’re in heaven.
Continuing our walk, we’ll pass the three excellent pizzerias in the area. The newest is Pizza Eat: good al taglio portions of pizza for those in a hurry. Close to the Capitanía de Puerto, look out for one of the wooden houses whose history stretches back to the American base on Baltra Island amid more modern constructions. This is the Rincón del Alma, serving delicious lunches at “correct” prices every day of the week. Just beyond, you have to arrive early to grab a table at Frutos del Mar in order to delight in their legendary ceviches and magnificent chifles (plantain chips).
Just around the corner lies Hernán. Most people consider it a pizzeria, which is it is, but the locals know that Hernán’s arroz con pulpo (octopus rice) dish is to-die-for. Opposite Hernán’s place, from about four in the afternoon onwards, Aracely sets up her little food cart of delights, selling the finest pork sandwiches this side of the Pacific, along with fritada pork, bolones and my favorites: the corviches.