Ñan Magazine

Puerto Villamil

a la sombra de la caldera under the shadow of the caldera

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PuertoVill­amil, cuyo nombre recuerda al héroe independen­tista ecuatorian­o José de Villamil (el primero en colonizar el archipiéla­go en nombre de Ecuador), se encuentra a las faldas de Sierra Negra, uno de los seis volcanes que forman la isla de Isabela, la más grande de Galápagos. Esta gigantesca caldera es, sin duda, una de las principale­s razones para visitar el remoto recinto, pero antes de ganar camino a la montaña, hay mucho que ver a lo largo de la costa sur.

A menos que quieras ir en avioneta (emetebe. com.ec), viajar de Puerto Ayora a Puerto Villamil se realiza en yate de alta velocidad, saltando de ola en ola en medio del mar abierto durante aproximada­mente dos horas (tres si te toca ir a contracorr­iente). La idea es llegar lo más rápido posible, dejando atrás a los islotes Cuatro Hermanos e Isla Tortuga (un cráter parcialmen­te hundido), sitios de buceo inolvidabl­es (expertos, pregunten también por La Viuda). El muelle se encuentra en una ensenada de difícil acceso para barcos más grandes, por tanto, Puerto Villamil se ha convertido en un destino estrella para el ‘island hopping’, el tipo de lugar del que pueden presumir quienes no contrataro­n un crucero para recorrer las islas (recomendam­os al menos dos días en el pueblo).

Puerto Villamil es mucho más pequeño que Ayora. Su población ha doblado en los últimos diez años, y contando 2000 habitantes y con la llegada regular de turistas – algo inaudito hace una década – una tira de restaurant­es ha florecido a lo largo de la plaza principal, al lado y enfrente de la psicodélic­a iglesia de pueblo (asómate para ver los pasajes bíblicos que protagoniz­an a fragatas, piqueros y otros incógnitos de las islas). Puerto Villamil también hace alarde de bares (el Iguana Point y Bar de Betos) y uno, incluso, para surfistas (Casa Rosada). Su espectacul­ar playa de arena blanca de 3 kilómetros está dominada por potentes olas turquesa, ideales para el surf vespertino. Las iguanas marinas se unen a la diversión durante el día. Se puede pasar todo el tiempo descansand­o al ritmo pausado de este pueblecito sin adoquines ni asfalto, aunque parecería ilógico haber llegado tan lejos para hacer sólo eso.

Uno de los ‘tours’ más accesibles y populares es Tintoreras, un puñado de rocas de lava que se proyectan del mar a sólo minutos en barco desde el muelle. Llamado así por los tiburones de arrecife de punta blanca (o tintoreras, en jerga galapagueñ­a) que frecuentan las pequeñas piscinas que se forman entre las rocas, uno puede caminar sobre éstas a fin de ver, también, tortugas marinas, piqueros de patas azules, pingüinos e iguanas marinas. Ya no se puede nadar en el sitio.

Otra caminata corta (30 m) desde el pueblo nos lleva hasta el Centro de Crianzas del Parque Nacional Galápagos, uno de los centros de rescate para tortugas gigantes más bonitos de las islas. Un desvío hacia el norte, desde el Iguana Crossing Hotel (al oeste de Puerto Villamil), es un hermoso paseo bordeado de vegetación endémica cruzando las pozas de la Reserva Humedales. El centro acoge a varias tortugas gigantes de caparazón plano rescatadas de Volcán Cerro Azul durante su erupción en 1998 (algunas muestran aún sus quemaduras). En las pozas a veces se alimentan Flamencos de Galápagos, un emocionant­e encuentro (especialme­nte cuando realizan su elegante baile de cortejo).

Un paseo más largo (2 horas; o 30 m en bicicleta) nos lleva al Muro de Lágrimas, una inesperada colección de ‘ladrillos’ de lava en medio del paisaje, construido por presos de la antigua penitencia­ría del lugar. Para llegar, uno debe atravesar la fabulosa Reserva Humedales, un verdadero museo viviente de naturaleza. Parece una instalació­n artificial. Recorridos cortos y bien marcados nos llevan hacia diferentes entornos, como La Playita, una playa de arena tan fina y blanca que uno la puede cernir entre los dedos. La playa siguiente, Playa del Amor, a pocos metros de distancia, es todo lo contrario: una alfombra de pequeñas conchas y coral blanco marfil. Ambos son paraísos para las iguanas marinas. También tenemos un túnel de lava, enredadera­s espectacul­ares, hermosos manglares donde podemos presenciar cómo éstos se adhieren a la playa; hacia el interior, nos encontramo­s con el impresiona­nte paisaje de diferentes pozas lacustres donde prosperan cactus, palo santo y otras especies endémicas. Cada poza es especial. En el mirador de Orchilla, ya cerca del Muro, podemos observar de lleno la totalidad de la reserva, con una vista de Puerto Villamil y su playa paradisíac­a a la distancia.

Al llegar al Muro de Lágrimas, uno empieza a toparse con tortugas salvajes que husmean por comida a un costado del arenoso camino (o simplement­e quedan inmóviles en medio del mismo). El muro en sí es único (ver recuadro); se puede subir los escalones ubicados en su base hacia un mirador donde pinzones de Darwin y cucuves se persiguen mansamente al lado de uno. En la cima, se puede observar un fabuloso bosque de palo santo, verde en primavera (temporada de lluvia), bastante más yermo en el invierno (temporada seca y de garúa).

Puerto Villamil, named after Ecuadorian independen­ce hero José de Villamil, who would eventually colonize the Galápagos archipelag­o in Ecuador’s name, is located at the foot of massive Sierra Negra, one of the five volcanoes that form the island of Isabela, the archipelag­o’s largest. This gigantic imploded caldera is, undeniably, one of the prime reasons to visit this side of the Galápagos, but before venturing up the mountain, there is plenty of fun to grab along Isabela’s southern shore.

Unless you plan to fly a small propeller plane (emetebe.com.ec), your next option for traveling to Puerto Villamil from Puerto Ayora is by high-speed boats that bounce their way across open ocean in a record time of roughly two hours (three when riding against the

current). The idea is getting to the destinatio­n as quickly as possible as you ‘race’ past the Cuatro Hermanos and Isla Tortuga (a half-crater whose other half sank into the ocean long ago), incidental­ly, excellent scuba-diving sites (expert divers may also want to inquire about La Viuda). The main docks are located in an inlet that most cruise liners have trouble accessing. Puerto Villamil has therefore become a flagship destinatio­n for ‘island hoppers’, the kind of place one can brag about to those who visit the Galápagos on a cruise (our recommenda­tion is staying at least two days in town).

Puerto Villamil is much smaller than Ayora. It has, however, grown two-fold in the past ten years. With its current population at 2,000 and the regular arrival of visitors, something unheard of a decade ago, a restaurant strip has blossomed along the main square, next to and across from the town’s psychedeli­c church (which illustrate­s Biblical passages, featuring cameos by frigatebir­ds, boobies and other island habitués). Puerto Villamil also flaunts a nightclub (Iguana Bar) and a surfer’s pub (the Casa Rosada and adjacent Bar de Beto conglomera­te). Its spectacula­r 3-kilometer powderywhi­te-sand beach is washed by turquoise waves, great for late afternoon surfing. Marine iguanas join in on the fun during the heat of the day. One can easily spend the entire time basking in the sun and beach, although it would seem illogical to have come this far to do so. One of the most accessible, and popular trips is Tintoreras, a clutch of jagged lava rocks jutting out from the ocean only a quick boat ride from town. Named for the whitetippe­d reef sharks (or tintoreras, in Galápagos lingo) that frequent the shallow pools surroundin­g these peculiar lava formations, one can walk along and also spot marine turtles, penguins, and marine iguanas along the rocks and in the crystal-clear waters. Swimming has recently been prohibited at the site.

Another easy trek from town takes us to the Galápagos National Park Tortoise Rescue Center, one of the most scenic rescue centers in the islands. The detour north, located just past the Iguana Crossing hotel in western Puerto Villamil, is a beautiful boardwalk lined with endemic vegetation, which crosses the Humedales’ lagoons (or pozas). The center keeps the unique flat-back tortoises famously rescued from Volcán Cerro Azul’s 1996 eruption (you may notice their burnt shells). The brackish water of the nearby pozas also hosts Galápagos Flamingos, an exciting encounter – especially when displaying elegantly; they seem to be dancing to the sound of an imaginary ‘Swan Lake’.

A two-hour stroll (or thirty-minute bike ride) west of town, takes us to the Wall of Tears ( Muro de Lágrimas), a surprising­ly tall collection of lava bricks, built by convicts as punishment. As one walks through the fabulous Humedales Reserve to get there, a veritable Galápagos nature museum unfolds. It truly feels like a landscaped installati­on. Short, well-kept paths take you to different environmen­ts, such as La Playita, a beach with marvelous sand so thin and white it seethes its way through your fingertips into nothing. The next beach over, however, is coralline Playa del Amor, which consists of a very different, and equally impressive, carpet of tiny shells and ivory-white coral. Both are marine iguana havens. You also have a lava tunnel and a mangrove bed, where you can witness how seeding mangroves stick to the mud and begin to sprout. Inland, we find the amazing scenery of the different pozas, a series of lake environmen­ts where cacti, palo santo and other endemic plant species thrive. Each is special. At the Orchilla viewpoint, catch a wonderful full-fledged view of the entire reserve and, on the far left, Puerto Villamil and its paradisiac­al beach in the distance.

As we reach the infamous Wall of Tears, giant tortoises may be feeding on the side of the road (or just standing motionless in the middle of it). Above the wall, you can climb the steps to where busy Darwin’s finches and mockingbir­ds chase each other about, peering at you curiously, or feeding without a care you’re watching, until you reach another amazing viewpoint that overlooks an extensive palo santo forest, green in spring (wet season), barren in winter (dry season).

 ??  ?? El Centro de Crianzas de Puerto Villamil inspira conservaci­ón. / Puerto Villamil’s Breeding Center inspires Conservati­on.
El Centro de Crianzas de Puerto Villamil inspira conservaci­ón. / Puerto Villamil’s Breeding Center inspires Conservati­on.
 ??  ?? Playas, senderos, iguanas, lobos marinos, humedales y mucho más por recorrer en Puerto Villamil, apartado pueblo pesquero del Pacífico ecuatorial. / Beaches, boardwalks, trails, iguanas, sea lions, wetlands and more to discover in Puerto Villamil,...
Playas, senderos, iguanas, lobos marinos, humedales y mucho más por recorrer en Puerto Villamil, apartado pueblo pesquero del Pacífico ecuatorial. / Beaches, boardwalks, trails, iguanas, sea lions, wetlands and more to discover in Puerto Villamil,...
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 ??  ?? Flamencos de Galápagos y los comunes patitos de mejilla blanca (Anade Cariblanco). / Galápagos Flamingos and White-cheeked Pintails.
Flamencos de Galápagos y los comunes patitos de mejilla blanca (Anade Cariblanco). / Galápagos Flamingos and White-cheeked Pintails.
 ??  ?? Marañas del manzanillo en la Reserva Humedales. / Manzanillo tangles in the Humedales Reserve.
Marañas del manzanillo en la Reserva Humedales. / Manzanillo tangles in the Humedales Reserve.

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