LABORATORIO DE VIDA NATURAL
LABORATORY OF LIFE ON EARTH
Las Islas Galápagos fueron, por muchos siglos, consideradas el rincón más miserable de la Tierra. Los españoles que primero “descubrieron” el archipiélago, presididos por el obispo Tomás de Berlanga, en 1535, tan ansiosos de unir nuevos territorios al Imperio, ni siquiera se molestaron en plantar una cruz en ese suelo infernal. Conocidas como las ‘islas encantadas’, estos montículos de tierra en pleno océano fueron evitados por la historia hasta mediados del siglo diecinueve, cuando empezaría el proceso de colonización humana.
Hoy en día, las Islas Galápagos son prácticamente el único lugar en el planeta donde toda su población faunística no se muestra reacia a la presencia humana; los animales, en realidad, hacen que los seres humanos nos sintamos como intrusos, o peor aún, como si fuéramos tan solo uno más del montón (¡no del todo halagador para el ego!). Al caminar al lado de nidos armados en medio de un sendero, parecería que las aves nos miran mal, queriendo espantarnos a graznidos. Las lagartijas, generalmente nerviosas y huidizas, listas para escabullirse por sus vidas, apenas sienten el movimiento más leve, aquí en Galápagos, se vuelven a mirarte con curiosidad, o permanecen completamente indiferentes a tu presencia. Pinzones, palomas, o papamoscas se acercan primero, luego pierden el interés y salen volando.
El “Gran Diluvio” que separa a las Galápagos del continente ha permitido que un grupo muy selecto de seres vivos viajen hasta ellas desde el continente, muchos llegando luego de meses de flotar en ‘balsas’ diluvianas de materia vegetal. Los náufragos que lo hicieron (un flamenco, un pingüino, un ratón, un cactus, un diente de león, una iguana, una paloma, una tortuga, un gavilán, un lobo marino, un búho), con su sola presencia cuentan una historia absolutamente fantástica, épica, de cómo desembarcaron, colonizaron, se adaptaron y evolucionaron en pos de subsistir... El viaje ha sido titánico en todos los casos. Al igual que un espermatozoide que fertiliza el óvulo para dar la vida, solo tomó una plántula para crear todo un bosque, una pequeña tortuga fecundada para crear toda una colonia de gigantes.
Las cinco semanas durante las cuales Darwin se quedó en las islas (y sus observaciones en ellas), fueron fundamentales para el desarrollo de su Teoría de Evolución por Selección Natural, teoría que ha cambiado la forma en la cual entendemos los principios mismos de la vida en la Tierra. Visitar las Galápagos hoy es vivirlas como las viviera él hace casi dos siglos. Uno podrá ver por qué estos animales son tan maravillosos, no sólo por su aspecto, sino por su comportamiento en este entorno único y fascinante. Científicos de todo el mundo continúan estudiando, descubriendo y entendiendo de mejor manera a la Naturaleza gracias a la preservación de estas islas volcánicas.
Las Galápagos se distinguen de cualquier otro lugar en la Tierra. Este es probablemente el hilo conductor que prima a través de las islas. Cada isla es incomparable. Sus suelos son diferentes, su fauna, sus plantas. Las diferencias pueden ser sutiles, pero ningún otro lugar en la Tierra nos permite entender lo que en realidad implica “ser diferente”. En las Islas Galápagos, las diferencias pueden deberse a una combinación de miles de circunstancias: las diversas edades de las islas, los patrones de colonización de animales y plantas, las circunstancias durante cada proceso
de colonización, o la forma diferente en que el viento y/o corrientes marinas golpean las costas de cada isla. La diferencia, como verdadero leit motiv, es el resultado de un conjunto de circunstancias aleatorias que hace que prácticamente cada presencia tanto animada como inanimada sea especial.
The Galápagos Islands were once considered planet Earth’s most wretched corner. The Spaniards who first ‘discovered’ the archipelago, led by Bishop Tomás de Berlanga in 1535, so eager to join new territories to their fast-growing Empire, didn’t even bother to plant a cross here. Known as the Encantadas, or The Enchanted Ones, the islands had been avoided throughout history to only be truly colonized by human beings about a century ago.
To this day, the Galápagos Islands are virtually the only location on our planet where the entire faunal population does not mind human presence; animals actually make us humans feel like we’re the intruders, or worse yet, like we’re one of them (imagine what that does to the ego). As you walk by nests lying in the middle of the path, mother birds are the one’s giving the dirty looks, shooing you away. Lizards, usually nervous and fidgety as they scuttle for their lives at the faintest movement, will curiously gaze back, if not remain completely indifferent, here in the Galápagos. Finches, pigeons, flycatchers first come closer before losing interest and flitting away.
The ‘Great Flood’ that separates Galápagos from the mainland has only allowed a very exclusive set of living creatures to reach them from mainland continents, many of them doing so after months of floating on sun-scorched, wave-beaten Deluvian rafts of vegetable matter. The castaways (a flamingo, a penguin, a mouse, a cactus, a dandelion, an iguana, a pigeon, a turtle, a hawk, a sea lion, an owl), with their presence alone, tell their utterly fantastic, epic stories of colonization, adaptation, and evolution… Their journeys have been titanic. Like a single spermatozoid fertilizing an egg to give life, it only took one seedling to create a forest, one pregnant itty-bitty tortoise to create a colony of giants.
Darwin’s five-week stay in the islands and his acute observations of Galápagos wildlife proved pivotal for him as he developed his Theory of Evolution by Natural Selection, a theory that has changed the way we understand the very principles of life on Earth. Visiting the Galapagos Islands today is to experience them much in the way Charles Darwin experienced them almost two centuries ago. You will get to see why these animals were so unique and inspiring in the first place, not only because of what they look like, but because of what they do and how they relate with each other in this unique environment. Scientists from around the world continue to study, discover and better understand nature as a whole thanks to the preservation of these utterly unique volcanic islands.
The Galápagos is different from anywhere else on Earth. This is probably the islands’ underlying principle. Every island is different. Different soil, different wildlife, different plant life; differences may be subtle, but no other place on Earth is a better template to notice and begin to understand what ‘being different’ actually entails. In the Galápagos, difference can be due to a myriad combination of circumstances: the islands’ different ages, the different animal and plant colonization patterns, the different circumstances during each and every colonization process, or the different way wind and/or ocean currents come into contact with each different coastline. Difference, we learn, is the result of a set of random circumstances that makes virtually each and every animate and inanimate presence on the Galápagos special.