“Invisibles ante la ley”
Desde hace casi tres años las salas alternativas han ido tomado fuerza en la ciudad. Sin embargo, los gestores de estos espacios enfrentan un obstáculo: no existe una ordenanza que regule su actividad como espacios alternativos, que sin ser un ‘edificio teatral’ son salas, casas, talleres, que realizan actividades artísticas compartidas.
“Esta falta de regulación produce un temor generalizado en los gestores artísticos que impulsamos estos espacios, ya que en la práctica nos vemos trabajando al margen de la ley”. Esto es lo que dice el documento que será propuesto al Municipio de Guayaquil a nombre de Fantoche Teatro, El Muégano, Microteatro, Casa Circo, Pop Up, La Fábrica y El Altillo, una petición en conjunto por la Red de Salas Teatrales Alternativas, pues es así como se autodenominan.
“Estamos intentando entre todos los gestores armar una propuesta al Municipio, porque no hay una regla que nos ordene... Si tú pones que eres escuela, no puedes tener un pase abierto para que las personas vayan al teatro. Ese es el problema. Estamos en una gama de actividades diferentes en el mismo espacio... Para las autoridades somos como invisibles en esa parte”, dice Angélica Parra, gestora cultural y propietaria de El Altillo, una sala alternativa que abrió hace 10 meses.
Por su parte Aníbal Páez, administrador de La Fábrica, un espacio donde se producen eventos artísticos, concuerda con Angélica. “Uno no puede tener un café-teatro, porque no existe una ordenanza... Y teatro como figura no puede ser porque si no tienes las condiciones de infraestructura de un teatro convencional, entonces no eres teatro”, expresa. En el permiso de uso de suelo ellos operan como una escuela de danza y por ende corren el riesgo de ser clausurados cuando eventos.
Revista SEMANA consultó al Municipio de Guayaquil al respecto y la jefa de prensa, Julie Wohl, nos remitió a revisar la ordenanza. En el Anexo 3, sobre las condiciones de edificación y el uso del suelo de Urdesa central y de los lotes con frente a la av. Francisco Boloña de la cdla. Kennedy. Entre las actividades prohibidas de la zona están las salas de cine y teatro. Asimismo, al consultar el uso de suelo no existe la categoría para que en un mismo lugar se pueda tener actividades compartidas. Es decir, si se es cafetería solo se puede obtener un permiso de cafetería y no de un teatro-cafébar, como es el caso de los espacios alternativos.
En la ordenanza que norma los espacios destinados a espectáculos públicos, el art. 7 expone las normas para que un teatro sea reconocido como tal, por ejemplo tener “un salón de entrada antepuesto a la sala de espectáculos, con espacio suficientemente amplio y debidamente presentado”. Por lo tanto, una sala alternativa como El Altillo no cumple con la infraestructura necesaria para ser teatro, pero ofrece obras teatrales.
Para Esteban Delgado, director cultural de Guayaquil del Ministerio de Cultura y Patrimonio, la solución está en reconocer estas nuevas formas de propagar el arte. “Es una cuestión nueva, por eso debería buscarse una ordenanza que los regule… No son establecimientos turísticos porque esos son los bares, restaurantes, y los espacios alternativos no entran en esa categoría... Las instituciones deberíamos trabajar para darles una forma, para que esa nueva expresión de mostrar arte pueda ser canalizada positivamente”, define. Ya no son ni uno, ni dos, son muchos. ¿Y usted cree que deberían ser regulados? Solo el tiempo dirá. realizan