“Microteatro por dinero”
Las primeras sesiones de microteatro se dieron en un burdel de Madrid, en el año 2009. Esta propuesta nació cuando España comenzó a caer en crisis y los actores se quedaron sin trabajo. Entonces crearon un formato en el que cada obra duraba solo 15 minutos. Así lo explicó Itzel Cuevas, actriz mexicana y programadora del espacio del Microteatro Guayaquil. Ella cuenta que “a esta configuración la llamaron Microteatro por Dinero... Esto no quiere decir que se hace cualquier cosa, o que no demora en montarse el trabajo. Es un formato para que los actores pudieran trabajar y ganar plata”, comenta Cuevas. Desde entonces esta manera de hacer teatro se extendió y fue adoptando varias formas de ejecución en distintos países. Por su crecimiento, en Argentina las salas independientes en red fueron apoyadas directamente por el Instituto Nacional del Teatro. Asimismo, en Colombia se potenció las salas concertadas, donde se realizan actividades de teatro, títeres, danza, música, magia y circo. En Guayaquil aparecieron las salas alternativas, por una razón muy parecida a la del Microteatro. Angélica Parra, gestora cultural y propietaria de El Altillo, lo explica: “Los teatros convencionales tienen requerimientos económicos altos que generalmente los grupos no pueden cumplir, entonces tener una plataforma que facilite el trabajo de los artistas me parecía indispensable”, afirma. Lo mismo piensa Jaime Tamariz, propietario del Microteatro GYE: “Lo hicimos como un ejercicio de autogestión para poder mantener obras de forma constante, sin depender de las grandes salas”.