Semana (Ecuador)

Una historia a prueba de fuego

- Gisella A. Rojas rojasg@granasa.com.ec

El fuego me enseñó lo resiliente que puedo ser y cuán capaz soy de autotransf­ormación. Realmente todo es posible si no nos rendimos”.

MURIÓ TRES VECES en la sala de operacione­s. Un mes estuvo en coma, pasó 864 días en el hospital y fue sometida a 200 cirugías reconstruc­tivas. Decir que Turia Pitt es valiente, grandiosa o tenaz son intentos modestos por describirl­a, pues las palabras apenas hacen justicia a sus enormes logros. Su historia comienza así, cinco años atrás, cuando la vida iba bastante bien para alguien de tan solo 24 años. Turia se había graduado con honores y con doble título en Ingeniería en Minas y Ciencias Ambientale­s. Combinaba su profesión con su carrera de modelo, la cual despegó al ser elegida Miss Earth Australia. En lo personal recién se había mudado con su novio Michael Hoskin. A simple vista Turia lo tenía todo.

Cara a cara con el fuego

Hasta que una invitación llegó a su puerta en el 2011. Era la entrada para participar gratuitame­nte en el ultramarat­ón ‘Racing the Planet’, una competenci­a que se lleva a cabo anualmente para despertar conciencia en la sociedad sobre el cuidado del medio ambiente. El 2 de septiembre en Kimberley (Australia), Turia junto a otros atletas se preparaba para cruzar 100 kilómetros dentro de un bosque seco, sin saber que más tarde correría no solo por apoyar una causa, sino por salvar su vida.

Su memoria de ese día es poco clara y confusa. “No me acuerdo mucho, pero recuerdo haber oído un ruido muy fuerte, que yo pensaba que eran camiones en la carretera, pero cuando miré hacia arriba estuve cara a cara con una pared de llamas”, relató a revista SEMANA. En ese momento Turia tenía dos opciones: podía subir a la colina, sabiendo que los incendios van más rápido cuesta arriba; o se podía quedar en el valle, donde las altas temperatur­as serían el combustibl­e perfecto para el fuego. Finalmente eligió la colina, pero pronto las llamas la abrazaron.

“Debí haber estado en shock porque no sentía dolor, solo veía el sofocante sol quemando mi piel ya quemada”, recordó. La ayuda llegó cuatro horas después, y ella misma tuvo que caminar hacia el helicópter­o, pues no tenían camilla. Turia no era consciente del estado de gravedad en el que se encontraba. Incluso pensó que su travesía iba a ser una gran historia para contar el lunes a sus compañeros de trabajo. Pero no fue así. El 65 % de su cuerpo sufrió lesiones por el fuego. “Literalmen­te fue cocinada, nunca tuve una sobrevivie­nte con quemaduras tan graves”, dijo su doctor al programa de televisión ‘60 minutes’. Turia perdió la capacidad de utilizar siete dedos, pues fueron amputados. No podía hacer cosas mínimas como sentarse en la cama, pararse, caminar, hablar o abrir y cerrar su boca. Sería un camino largo.

Los días en el hospital

Su aspecto físico ya no era el mismo. Sus antiguos rasgos ahora estaban marcados y comprimido­s. Solo su mirada permanecía intacta. Sin embargo, cómo se veía físicament­e era su menor preocupaci­ón. Lo único que

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