Y... apareció Magdala
Una milagrosa bendición vino al demoler y reconstruir. Una sorpresa arqueológica que aún hoy enciende en Solana una mirada de satisfacción sin límites: la bíblica Magdala. En una visita guiada para Efe, describe cada hallazgo arqueológico de los últimos años que, afirma, “no dejan lugar a dudas de la identidad de sus antiguos ocupantes”. Baños rituales, residencias, un puerto con sus amarraderos de piedra, una sinagoga con un extraordinario altar (en hebreo ‘bimá’)... todo científicamente datado en la época de Jesús. Los nombres en árabe y hebreo del lugar ya eran suficiente indicio, pero un reciente descubrimiento arqueológico parece confirmar definitivamente la teoría de que se trata de la antigua localidad tantas veces mencionada en escritos de la época. Entre sus pequeñas residencias derruidas hoy hasta los cimientos, han aparecido unas pequeñas piscinas que servían para aplicar una antigua técnica de salazón del pescado, y que daban a Magdala el nombre que el historiador Flavio Josefo menciona en su libro ‘Guerras de los Judíos’: Tariquea, en griego, una suerte de ‘pescado en escabeche’. “Los hallazgos nos dicen que la actividad económica principal en Magdala era la pesca. Los peces que sacaban del mar, aquí mismo, los procesaban mediante un salado y de aquí eran llevados a la región e incluso hasta Roma y se conocía como ‘taricho’ al pescado que llegaba de Tariquea”, asegura la arqueóloga mexicana Marcela Zapata Mesa, que trabaja en el lugar desde 2010. “Y esta es la antigua Tariquea, que es Magdala, por lo que conocemos de las fuentes judías y cristianas”, asevera.
Sobre la base de este y otros muchos hallazgos más nimios que apuntan al estilo de vida de sus pobladores, la estudiosa se imagina a María Magdalena como “una mujer de su época que, sin ser sobresaliente en nada, tenía dotes de líder y que supo por ello entender el mensaje de una persona (Jesús) y cambiar su vida”. u