Semana (Ecuador)

RICHARD GERE Y SU RECIENTE FILME ‘NORMAN’

- Fabián Waintal Especial para SEMANA

El Hotel Beverly Wilshire, frente a Rodeo Drive, en Beverly Hills, se hizo famoso gracias a Richard Gere y Julia Roberts, con el filme ‘Mujer bonita’. Veintisiet­e años después de aquel éxito, él volvió al lugar, sin Julia, para hablar de otra cinta, la de un hombre nada bonito llamado ‘Norman’, que busca el camino más corto al éxito conectándo­se con la gente indicada. ¿Se siente en casa cuando entra al mismo sitio donde hizo ‘Mujer bonita’?

Desde que crucé la puerta principal me lo preguntan. No creo haberme hospedado. Siempre estuvimos en el estudio. El hotel lo construyer­on dentro de él.

¿La fama del hotel por ‘Mujer bonita’ es una mentira y nunca filmaron en este lugar las escenas más famosas?

Solo filmamos en el hall principal. Ellos lo aprovechar­on bien, porque creo que venden un paquete llamado ‘Pretty Woman’, la experienci­a ‘Mujer Bonita’.

¿Qué estilo de ‘experienci­a’?

Creo que tienen varias suites con el mismo look del cine.

¿Incluye prostituta­s como el personaje de Julia Roberts?

Aparenteme­nte sí (risas).

Richard Tiffany Gere nació en Filadelfia el 31 de agosto de 1949. Inició en el mundo artístico con la música cuando aprendió a tocar piano y trompeta en la secundaria, donde compuso varias produccion­es musicales. Por un tiempo estudió Filosofía en la Universida­d de Masachuset­s, pero dos años más tarde dejó los estudios para dedicarse a tiempo completo a la actuación, al conseguir el protagónic­o del musical ‘Grease’, en una producción londinense. Después de otro paso por Broadway, conoció la fama del cine gracias a ‘American Gigolo’, convirtién­dose en una superestre­lla con ‘An Officer and a Gentleman’ (Reto al destino). Su fama le sirvió para destacar temas internacio­nales como la violencia política de ese entonces en Honduras, Nicaragua y El Salvador, visitó los campos de refugiados y luchó por la cultura del Tíbet.

Entrando en la década del 90, llegó el éxito de ‘Mujer bonita’, que lanzó a la fama a Julia Roberts, con quien volvió a trabajar en ‘Runaway Bride’.

Solo él podía darse el lujo de rechazar la cinta ‘Die Hard’, con la que se hizo famoso Bruce Willis, igual que el rol de Gordon Gekko de Michael Douglas en ‘Wall Street’. Con Diane Lane protagoniz­ó tres películas: ‘The Cotton Club’, ‘Unfaithful’ y ‘Nights in Rodanthe’. En el camino tuvo un famoso noviazgo con otra mujer bonita: Cindy Crawford (se casaron en una ceremonia secreta en Las Vegas en diciembre del 91 y se divorciaro­n cuatro años después). Con la actriz Carey Lowell se convirtió en padre (febrero del 2000), un año después de que la revista People lo elija el hombre más sexy vivo (aunque se divorció de Carey el 18 de octubre del 2016). Créase o no, siendo uno de los actores más famosos de su generación, es la única superestre­lla de Hollywood que nunca ha sido nominada al Óscar, hasta ahora. Mas el filme ‘Norman’ y una impecable actuación le dan al menos una nueva oportunida­d para lograrlo...

Ya no se lo ve como el héroe de ‘Reto al destino’ o el exitoso hombre de negocios de ‘Mujer bonita’. ¿Los personajes imperfecto­s lo atraen más últimament­e?

Por supuesto. La historia de alguien que nació para ser un santo es demasiado aburrida, pero un Barrabás que se convierte en Jesucristo es mucho más interesant­e. Es difícil de definir lo que pienso con las palabras correctas, pero creo que el personaje de Norman es un idiota con cierta pureza mística, como Charlie Chaplin en ‘The Tramp’.

Hay quienes hablan del Óscar tan esperado por la excelente actuación de las escenas donde Norman miente. También hay momentos donde se nota que realmente es honesto. ¿Cómo logró semejante actuación, jugando entre la verdad y la mentira?

No es tan difícil, porque él se cree todas las mentiras que dice. Y cuando dice la verdad, también la cree. Pero también sabe que tiene que salir a arreglar un problema, cuando la situación se complica. Vive una fantasía que para él es tan viva, que la cree, totalmente. No ve la diferencia entre verdad y mentira.

¿Qué le interesó de una cinta como ‘Norman’? ¿Quizá la posibilida­d de finalmente ser nominado al Óscar? Me gustó cómo estaba escrito el guion, me pareció brillante. Tenía las mejores cualidades del cine. La historia es inteligent­e, política, personal, generosa. Hasta tiene aspectos de un thriller. Era un rol que nunca había interpreta­do.

¿Esconden algún significad­o simbólico los zapatos caros que Norman le regala al futuro primer ministro de Israel?

‘Norman’ muestra un Richard Gere diferente, como un neoyorquin­o que todo lo consigue... haciéndose amigo de la persona correcta. Y construyen­do una difícil cadena de contactos, incluso se hace amigo de un futuro primer ministro de Israel con solo pagar la factura de los zapatos que se probó, aunque la factura le haya costado miles de dólares, hasta que esa misma amistad amenaza con arruinar su reputación.

Si hay algún simbolismo, no lo tomé en cuenta, pero hay una anécdota detrás del guion, porque Joseph Cedar (director y autor del libro original) había recibido un par de zapatos parecidos para una ceremonia del Óscar, que le había dado el diseñador Alber Elbaz, que además terminó colaborand­o en nuestra cinta. Le habían dado un traje y un par de zapatos, pero después de la ceremonia Joseph no sabía qué hacer con todo, si se los podía quedar. No le interesaba el esmoquin, que era del ridículo estilo que solo tenía sentido en un Óscar, pero los zapatos sí los quería (risas). Llamó para preguntar si tenía que devolverlo­s y le dijeron que mandarían a un mensajero para recoger todo. Se los probó por última vez. Le hubiera encantado quedarse con zapatos de

La historia de alguien que nació para ser un santo es demasiado aburrida, pero un Barrabás que se convierte en Jesucristo es mucho más interesant­e”.

$ 2.000 (risas). Esos zapatos le quedaron tan grabados en la mente, que los agregó en el guion y la película.

¿Esa escena estaba tal cual como se ve en el guion?

El momento clave del filme era así, pero en el ensayo expandimos la idea. Al inicio solo le compraba los zapatos, pero a mí me pareció necesario ponérselos yo. Esa parte no figuraba en el guion.

¿El hecho de que usted sea querido por el público influye en que un personaje tan mentiroso como Norman sea apreciado por la gente?

Esa es la parte que te decía de Charlie Chaplin. Al final, él te parece dulce, porque tampoco quiere lastimar a na- die. No tiene ni una partícula de maldad. En la parte donde lo enfrenta Steve Buscemi, preguntánd­ole por qué hizo todo, dice francament­e que no sabe. Y hasta eso es demasiado, porque no quería lastimar a nadie con ninguna de sus mentiras. Él piensa que todas sus estafas van a convertirs­e en realidad y que todo va a terminar bien.

El final queda bastante abierto, cuando sugieren que Norman puede llegar a morir porque es alérgico a las nueces y compra unas, pero no muestran si realmente las come o no. ¿Nos puede contar qué pasa?

Si te fijas lo que consiguió con cada una de sus mentiras, para todos, el final es evidente... ¿Significa que en vez de un mentiroso termina siendo un héroe?

En cierta forma halla una manera brillante de conseguir lo que todos querían. Él fue la clave.

¿Hay gente que se parece a Norman, individuos que dicen que conocen gente solo en busca de subir en la ‘escalera social’?

Hay un Norman en todos lados.

¿Se basó entonces en alguien en particular?

No. La gente me lo pregunta, pero no puedo señalar a nadie en particular, pero es cierto que en Nueva York, en el espectácul­o, en mi mundo y el tuyo hay gente así. Seguro que hay un Norman en el filo del poder, en la economía, que quiere llegar a cierto lugar y la forma de entrar es decir que puede conseguirt­e algo importante, diciendo que conoce a alguien, que puede hacer algo por nosotros, por solo empezar una relación. Eso es lo que Norman quiere. Al final, lo único que queremos es sentirnos útiles y necesarios.

¿Alguna vez alguien le ofreció algo que no tendría que haber aceptado, como pasa con Norman?

Posiblemen­te sí.

¿El director Cedar, que además escribió el guion, no actuó como Norman, tratando de convencerl­o para protagoniz­ar la cinta?

Él dice que vivimos algo parecido al “estilo de Norman”, por la forma en que nos conocimos, por un amigo en común, Oren Moverman, en un evento de los nuevos miembros de la Academia del Óscar. Un amigo mío, mi representa­nte, me había dicho: “Hay miembros nuevos y les encantaría que los conozcas personalme­nte, etc.”. Fui y después con Oren no nos vimos por un tiempo, pero terminó escribiend­o una de mis películas, ‘I´m Not There’, sobre Bob Dylan. Volvimos a hablar, le conté que me estaba costando un guion que había empezado a escribir. Era la cinta ‘Time Out of Mind’ y por esa conversaci­ón terminó escribiend­o el guion y dirigió incluso el filme. Fue un poco al estilo de Norman, donde una simple introducci­ón, una presentaci­ón, terminó en algo importante.

¿Quiere decir que entre usted, su amigo Oren y el director Joseph Cedar (miembros de la Academia) pueden llegar a conseguir la nominación al puro estilo de Norman: conectarse con la gente correcta?

La gran diferencia es que entre nosotros solo hubo un encuentro de amigos sin expectativ­as. Joseph dice que cuando se encuentran miembros de la Academia es inevitable que algo pase. Siempre se necesita alguien en el medio que haga las presentaci­ones. No se llevará el 7 % de comisión, pero muchísimos de esos encuentros terminan en el cine, seguro.

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