Joshua Degel
“HOY SIENTO QUE NO TENGO NADA QUE GUARDAR”
EN UNA AMENA conversación entre amigos, le pregunto a Joshua si me aceptaría una entrevista. Los amigos voltean a mirarlo. Él estaba sentado a mi lado. Aguardan, disimulan su interés en la respuesta que dará. Joshua es tímido a voluntad, le gusta serlo, mantener distancia, quién sabe si para ver mejor. Por algo es uno de los mejores fotógrafos. Dice que se considera una persona feliz, pero que disfruta del llanto y reírse luego. Le gustan los contrastes y el único detalle que agregaría a su vida para ser más feliz es tener más animales. Volvamos al momento y lugar donde empezó esta charla. Todos esperan y él dice:“¡Sí, ahora estoy dispuesto a todo!”. Sonó la campana, por no decir la licuadora, la hornilla, el clic del horno, ya que todos nos disponíamos a compartir una tertulia con cena incluida. Todos íbamos a cocinar. Joshua y yo nos salvamos de la tarea y sin pensarlo mucho nos embarcamos en este baile que nos invita a conocer el son y el aroma de la humanidad de nuestros invitados.
¿Por qué te sientes que ahora sí estás listo para una entrevista?
Porque siempre quise mantener algo de privacidad. No estaba listo para mostrar tan públicamente todo lo que estoy haciendo, lo que hago, cómo vivo. Reconozco que he sido volátil en algunos sentidos. De repente he dicho sí a algunas cosas, y de repente he dicho no a lo mismo. Siento que pasé ese proceso de abrirme por un rato y recogerme inmediatamente. De no
exponerme tanto, ni dar tanta información de mi vida , quién sabe si para mantener este velo de misterio. Pero hoy por hoy creo que no tengo nada que guardar, ni nada de mí que no se sepa, ni misterio alguno en mi vida. Ahora prefiero tener una vida como un libro abierto que cualquiera puede leer.
¿Cómo se lee tu vida?
¡Mi vida es una vida divertida! Es una vida experimental porque me gusta mucho cuestionarme constantemente lo que estoy haciendo. No me siento que estoy en el apogeo de mi profesión, de mi vida personal, entonces me cuestiono siempre. Me pongo nuevos retos, nuevos cambios, me gusta tener una meta al frente, no me gusta sentir que las cosas están hechas, terminadas. Lo contrario, quiero alcanzar objetivos, cosas nuevas.
¿Cómo haces para que la rutina no te atrape?
Soy mi más duro crítico, me exijo mucho, he sido muy duro conmigo. Gente muy cercana a mí me cuestiona por qué tomo cursos a cada rato, y es que no comprendería mi trabajo si no me entreno constantemente. Deseo conocer lo que se hace de nuevo, lo que se está haciendo distinto, estoy abierto a aprender porque no lo sé todo. Conocer más a la gente, me gusta sentirme abierto a aprender cosas nuevas, por eso me encanta conocer gente, interrelacionarme con gente, me gusta preguntar, he sido muy curioso. Así no siento rutina.
La gente que curiosea mucho, al final, se desarrolla en varios oficios...
Mi vena fotográfica fue accidental, cuando salí del colegio decidí dedicarme a la fotografía mientras buscaba qué iba hacer
Y te quedaste en eso. ¿Por qué?
¡Es mágico! Siempre tienes distintos escenarios, distintas personas, hacer fotos de animales, de naturaleza, una novia, niños... siempre retos constantes. Siempre supe que nunca iba a darse la misma fórmula, nada se iba a repetir, poder meterme tanto en este mundo que disfruto. Viajo desde que tenía 18 años. Recuerdo cuando cogía mi cámara, bajaba del tren en las partes lindas del país, y me hice reportero, tal vez para mí mismo, de lo bello de nuestro país. Así, detrás de la cámara, me involucraba en todo. ¿Detrás de tu cámara te escondes?
Detrás de la cámara, aunque eres parte, siempre serás un espectador. Yo nunca he sido de esas personas a las que les gusta involucrarse completamente en una situación. Siempre he sido superobservador. Por ser observador, me hago crítico y analizo lo que veo, a la gente principalmente.
¿Qué ves de la gente?
La entiendo mejor, voy comprendiendo lo que me dicen a través de su lenguaje corporal, cómo miran, cómo ponen la mano, cómo se sientan, cómo se paran, cómo se desarrollan. Todo eso me ha ayudado a entenderlos. Puedo ver lo que sienten y las emociones que giran alrededor de la persona a la que estoy fotografiando. Creo que ese talento se va adquiriendo con el tiempo. La fotografía te deja descubrir a la persona, no solo en su figura, sino también lo que lleva dentro.
¿Mirar por dentro es lo mágico?
Así es, no es nada frío, en todo momento te revelan cosas. Mientras estás fotografiando sientes a las personas. Cuando la foto está lista, puede ser que digas “Esta foto está linda”, pero hay otra, tal vez no tan linda, pero que te dice mucho más. Hay momentos en que sacas lo mejor de las personas. ¡Y me encanta entender eso! Y me encanta entender por qué estando con mi cámara en la mano me siento como el rey del mundo; es como si tuviera un escudo y una espada para irme a la lucha. ¡Cuando estoy sin la cámara me siento que estoy desnudo!
Entonces, sí te escondes detrás de la cámara. Es tu armadura.
Más que esconderme, quiero tener a la mano un recurso para escaparme, para cuando no quiero estar más en la situación.
¿Pretexto para escabullirte?
Para decir: “Ya vengo, voy a hacer una foto”
Armadura, palabra que se relaciona con batallas. ¿Contra qué lucha Joshua?
Mi lucha siempre ha sido tratar de ser menos perfeccionista y exigente conmigo mismo. Siempre lucho con ese pensamiento que me castiga diciéndome:
No hay que temerle a la tristeza. Varios artistas han desarrollado sus grandes obras desde ahí”.
Talvez no nos demos cuenta pero la vida, cada día, te da una lección para vivir mejor”.
Creo que los humanos hemos desarmonizado la naturaleza por ese deseo de querer ser primeros en todo”.
Aunque ser fotógrafo no era en mi época la mejor opción, hoy mi familia siente que lo he hecho bien”.
No me siento aislado del mundo, pero sé que mi lucha es mía”.
“Sí, esa foto está muy bien, pero pudo haber quedado mejor”. Es luchar con esa sensación que me dice que aún no alcanzo a hacer lo que quiero hacer. Se trata de una lucha interior, sobre la que debo decir que estoy ganando, pues me siento más relajado que antes.
Volvamos a la magia de descubrir a la gente a través de la fotografía. ¿Hay gente que se resiste a ser descubierta?
Si yo me sentara a charlar, con una copa de vino en la mano, con esa persona a la que voy a fotografiar, no lograría conocerla mejor de lo que llego a conocerla con la cámara. La persona le adjudica a la cámara un valor por el cual se puede soltar, porque dice: “¡Bueno, al fin y al cabo es una foto!”.
Entonces, la cámara es una provocación para que le gente desnude su alma.
¡Exacto! Y se deja llevar, sí se entrega. Nadie tiene la culpa, toda la culpa la tiene la cámara, es una liberación.
Si la gente se libera, y esa liberación está estampada en una foto, seguro que recibes muchos halagos por tu trabajo.
Me cuesta lidiar con los halagos. No puedo pasar de un “gracias”, no sé cómo lidiar con eso. No me siento el mejor fotógrafo y creo que mis fotos no son las mejores.
Pero mucha gente cree que lo son.
No lo concibo así, uno no se puede creer eso de que eres el mejor. Es como poner la tapa al frasco y cerrar la posibilidad de crecer. Uno necesita fluir para seguir sintiendo y creciendo. No me gusta ser agua estancada pensando lo que no es.
En ese proceso del que hablábamos, aquel sentido que las personas le dan al estar frente a la cámara ¿qué siente la gente? ¿Te lo han dicho?
Yo creo que buscan ser ellos mismos. Quieren que captes la emoción para recordarla cada vez que vean la foto. Esa es una de las grandes características que debe tener un fotógrafo. En eventos importantes como las bodas, los quince años, tantas celebraciones, las personas sienten mucha emoción. El fotógrafo debe estar allí, pero invisible. El fotógrafo no se está inmiscuyendo, no se está metiendo en un acontecimiento en el que él es solo un