Ser un cartero improvisado es un acto de rebeldía
YO LO recuerdo caminando por las calles del barrio, buen mozo, con un paso sin apuro y su melena rubia, cruzaba por la vereda de mi casa para ir donde su novia. Andrés López Espinoza, estudiante de colegio en ese entonces, se caracterizaba por no decir mucho de sí mismo a sus amigos, a casi nadie. Apuesto que ese silencio también lo llevó a su casa. Hijo de Eduardo López Baquerizo y Matucha Espinoza Pereira, el tercero de cinco hermanos y padre de Andrés y Andrea. Se graduó en el Cristóbal Colón, inició estudios de Psicología, se cambió a la Facso a estudiar Periodismo y finalmente obtuvo una maestría en Comunicación para el Desarrollo en España. Hace algún tiempo empezó a escribirles cartas a sus hijos, como se hacía antes cuando querías expresar tus más puros afectos, cuando la comunicación más amorosa era la carta.
¿De dónde vienes, Andrés? ¿Cómo defines el mundo que te hizo adulto?
Vengo de la emoción. No tengo recuerdos ni fechas. No conozco el tiempo. Intento responder, racionalizar un argumento, pero las huellas del pasado se sobreimponen, es confuso. Solo atino a sentir. Experimento dosis importantes de amor y de ternura. Pero también heridas infligidas por personas que quise mucho. Recuerdo la sonrisa de mi madre, las bromas de mi padre, los juegos con mis hermanos... Soy amante de la naturale- za, convencido de la equidad de género. Me divierte lo sencillo, intento no perder la capacidad de sorpresa. Me siento protegido en la oscuridad, en los espacios vacíos, cuando estoy a solas. A pesar de mi profesión prefiero ser perfil bajo.
Te recuerdo siempre así, solo. ¿Es una apreciación mía?
Es una apreciación acertada. No soy muy sociable ni muy amiguero, aunque tengo afectos, sinceros todos, y de amistad con algunas personas. Debe ser un asunto de mi personalidad, de mi temperamento. ¡Algunos me dicen que soy huraño!
Sin embargo, también te recuerdo enamorado...
¡Claro! Dentro de mi desarrollo como adolescente tuve relaciones amorosas, tal vez algo intensas, y por eso no le dediqué mucho tiempo al grupo de amigos.
¿Pero sigues solo o está presente el amor en tu vida actual?
Pues, no estoy muy seguro. Creo que es un tema de circunstancias. No me asusta la soledad, no me molesta estar solo, más bien lo disfruto.
Si no sales, no encuentras.
Sé que no me van a venir a tocar el timbre, lo sé.
El padre sabe que más allá de discursos, las lecciones se aprenden con el ejemplo”.